La triste desaparición de Club Deportivo Ourense ha marcado un año en el que el deporte provincial no ha conseguido saborear demasiadas alegrías
El 2014 será recordado en el deporte provincial por la llegada de las tinieblas al campo de O Couto. La triste desaparición de Club Deportivo Ourense ha marcado un año en el que los aficionados provinciales no han podido saborear demasiadas alegrías. Hacía mucho tiempo que el CDO atravesaba por dificultades económicas pero no fue hasta este año cuando el polvorín en el que se ha ido convirtiendo la entidad ourensanista saltó definitivamente por los aires.
La recuperación de la categoría de bronce después de cuatro temporadas en Tercera división hacía presagiar que los añorados tiempos pasados de vino y rosas podrían regresar, pero nada más lejos de la realidad. La temporada 2013/2014 ha sido un curso de contrastes para un CDO que tanto en lo social como en lo deportivo caminó con solvencia en el arranque. Pero lo económico fue otra historia. Los impagos comenzaron a acumularse desde la primera nómina y la directiva fue incapaz de dar siquiera una solución parcial a una situación que cada minuto que pasaba se complicaba más, tanto que primero por parte externa las denuncias de exjugadores no tardaron en llegar, y luego desde dentro, inicialmente con reuniones y comunicados y posteriormente con amagos de plante por parte del único colectivo que estaba generando recursos para una entidad herida de muerte, la plantilla.
La campaña de contrastes vivió su primer punto culmen con la Copa Federación. El club inscribió su nombre como campeón del torneo por segunda vez. El siguiente punto culmen fue el descenso administrativo por impagos y el último fue la disolución de una entidad que alcanzó los 62 años de historia.
La peor manera
Hay enfermos que se mueren sin hacer demasiado ruido pero por desgracia el CDO desapareció de la peor manera, con un enfrentamiento total, casi una guerra civil en la que nadie salió bien parado.
