San Martiño 2021 | El valor de las cosas

OURENSE (ENTORNO DO PAVILLÓN OS REMEDIOS). 14/11/2021. OURENSE. Carreira popular San Martiño 2021. FOTO: ÓSCAR PINAL

DORSAL 286, ALFREDO FERREIRO DEAÑO
photo_camera Alfredo Ferreiro, tras cruzar la meta en la edición de 2021 de la Popular do San Martiño (ÓSCAR PINAL).

Tengo que reconocer que lo primero que pensé cuando me propusieron escribir esta colaboración fue: “Justo me lo van a pedir el año en que peor estoy”. Corrí la San Martiño por primera vez hace 21 años, las últimas ediciones estaba peleando con la barrera de los 38 minutos, y este año en el mejor de los casos me iría bien por encima de los 40. Visto así mi participación este año no parecía muy motivarte, pero luego, pensándolo detenidamente, quizás estas circunstancias me diesen más juego a la hora de escribir algo. Porque lo cierto es que, cuando estás bien, en esos momentos dulces en los que las piernas van ligeras, mucho que contar no tienes. Llegas a una prueba, suena el pistoletazo de salida, entras en ese estado de “flow” y cuando te das cuenta todo ha pasado. No hay nada más aburrido para el lector que una crónica “runner” que sólo hable de ritmos y tiempos. 

No descubro nada nuevo si afirmo que la San Martiño es para Ourense algo más que una competición deportiva. Es algo cultural, que forma parte de la vida de la ciudad y que ya está incrustado en su ADN. Bien sea participando, bien sea como espectador o voluntario son ya generaciones las que vienen marcando el día en rojo en el calendario. Este año además de forma especial. El tema de la pandemia nos ha afectado a todos en mayor o menor medida. Quien más o quien menos lo ha pasado mal; o ha perdido gente cercana o lo ha sufrido directamente o ha visto su medio de vida comprometido. Nos quedamos de repente sin esos pequeños placeres como ir a las carreras, estar con los compañeros o tomarnos una caña al terminar. Por eso, al hecho de que la San Martiño esté de vuelta, aunque no sea perfecto, aunque falten los escolares que eran gran parte del alma de la prueba, hay que darle su valor.

De la misma manera, aunque las condiciones no sean perfectas, aunque me hubiera gustado estar a mi mejor nivel, el solo hecho de tener la oportunidad de participar, de recorrer las calles y sentir de nuevo la fiesta que es la San Martiño tiene su valor. 

Hace 3 meses sufría un accidente de tráfico en la autovía. No tuvo consecuencias físicas graves, pero el impacto fue una experiencia vital tan profunda que me provocó un “reseteo” en mi forma de pensar por así decirlo. A partir de ese momento fui mucho más consciente de que en cualquier momento se apaga la música y este puede ser el último baile. Por ello, correr hoy, ha sido un regalo desde el principio hasta el final y con esa mentalidad quise participar. Sentirnos privilegiados desde los momentos previos a la salida (con mis compañeros Ramsés, Tito, Juan y Miguel Anxo) hasta la entrada en meta. Toda la gente conocida que me iba encontrando por el camino, todos los ánimos, todas esas sensaciones que ya no recordábamos, hasta el sol que se asomó a vernos, todo ello era digno de valorar, de nuevo, el valor de las cosas.

Y es que al final lo bueno y lo te que queda es lo que compartes. Por eso también me sumé a la iniciativa de portar un lazo verde en el dorsal por Olga y los afectados de ELA, de igual forma que me sumé este mes a la campaña de Movember. Pequeños gestos pero significativos para visibilizar problemas y dar a las cosas su justo valor.

Por cierto, si a alguien le queda curiosidad, al final 287º y 41’41”, ni tan mal.

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