Se nota que son de los de antes. Habíamos quedado con José Yebra, Raúl Nogueira, Víctor Arias, Alfonso Vilachá y Pepe Diz para charlar con ellos sobre sus recuerdos del Arenteiro del pasado y antes de la hora ya estaban esperando. Todos reconocieron que llevaban mucho tiempo sin acudir al campo, por diferentes motivos, pero no había más que mirarlos a cara para darse cuenta de que la visita les hacía especial ilusión.
El último entrenador que se sentó en el banquillo en Segunda B fue Alfonso Vilachá, que llegó a finales de enero de 1988 y no pudo evitar el descenso. "Ya estaba casi todo el trigo vendido. Lo intentamos pero no fue posible" y enseguida le viene a la memoria que "además se lesionó Fermín, un talentoso centrocampista que venía de Vigo y Yebra dejó el equipo por motivos laborales, fueron dos bajas muy importantes". Y el nivel que tenía la categoría. Jugabas en el País Vasco, Cantabria y Castilla y León, con equipos con mucho nombre. En el Arenteiro la mayoría trabajaban y el fútbol no era su profesión". Pese a todo reconoce que "fue una etapa preciosa, de la que guardo muy buenos recuerdos. Había un gran ambiente, mucho compañerismo y en el fútbol actual ya no existe. Los jugadores tenían mucho compromiso y eso ya no queda. Es todo muy distinto".
Uno de los jugadores importantes fue José Yebra. Cuatro temporadas estuvo de verde, aunque en la última tuvo que dejar el equipo a mitad de temporada. "Fue mi peor temporada y lo pasé bastante mal", y explica el motivo: "Llegó Fernando Castro Santos y profesionalizó el equipo. Entrenaban a las cinco de la tarde y por trabajo no podía. Tenía que ir sólo con el preparador físico a las noches a entrenar y es fastidiado", aún así era titular". Por motivos laborales se tuvo que ir a Madrid y dejó el equipo". Llevaba muchos años sin ir a Espiñedo, aunque lo sigue desde la distancia, "no todo lo que me gustaría ya que me toca seguir más a mi hijo y a mi yerno". Su hijo, Borja juega en el Coruxo, mientras que el marido de su hija es el portero del Compostela, Pato Guillen".
Otro de los que también guarda grandes recuerdos es Víctor Arias. "Pasó tanto tiempo que casi no me acuerdo pero debía tener 18 años cuando fui al equipo. De aquellas era obligatorio que dos sub-23 jugaran de titulares los primeros 20 minutos. Estábamos en Tercera y recuerdo que Teixidó quedó en el banquillo y yo fui titular, pero a los 20 minutos ya me cambiaron".
Después se tuvo que ir a la mili y le cortó la progresión. "Es que me toco Melilla y estuve un año sin poder volver a casa. Cuando regresé ya estaban en Segunda B y fíjate las casualidades de la vida, el entrenador era Castro Santos, que después me llevó con él al Compostela en Segunda B y llegamos hasta Primera División dónde mantuvimos la categoría". Más tarde llegó Fernando Vázquez, Víctor perdió protagonismo y se marchó al Alavés.
Muchos años en el fútbol profesional les sirven para hacer una reflexión en voz alta. "Cuanto más arriba estás, más te das cuenta de la cantidad de intereses creados que existen. La gente ni se lo imagina y estoy seguro de que si lo supiesen muchos dejarían de seguir a los equipos".
Reconoce Víctor, que lleva mucho tiempo sin pisar Espiñedo, pero que lo sigue en el día a día, entre otras cosas "porque trabajo con el delegado Chechu y todas las semanas comentamos los partidos".
Y los tres coinciden en que, "además de ser un ascenso muy meritorio ya que han realizado una temporada digna de elogio y que no es nada fácil hacerlo".
Y por supuesto, "que lo disfruten, que no se consigue todos los días lo que han logrado. Han hecho una campaña histórica y ahora tienen una gran oportunidad y un escaparate para todos que deben aprovecharla. Y también para la villa es muy importante".
Recuerdos, muchos y muy variados y también mucha alegría de volver a reencontrarse. Y una promesa, juntarse más a menudo, que merece la pena estos ratos".
