El ourensano vivió un momento dulce como jugador que repitió en los 80 y 90 como técnico

Una vida dedicada al deporte del stick

Tito Piñeiro lleva toda una vida ligado al mundo del hockey en Ourense. Sus comienzos no fueron en O Couto sino en la zona del Posío.
‘Vivíamos en la calle Galicia, salíamos de misa en la iglesia de La Trinidad y allí, en el Jardín del Posío, en su cancha central, se disputaban todos los domingos encuentros de hockey sala. La verdad es que sólo jugué una breve temporada porque rápi damente nos trasladamos a Oira’, recuerda.

‘El primer equipo en el que competí fue el Villar Hockey Club, que estaba formado por niños de la calle Villar, Hernán Cortés... Después, al trasladarnos a Oira, nos unimos con niños de allí y se formó el Estudiantes, después Atlético Ourense, con el que llegamos a ganar tres campeonatos nacionales juveniles’. Fue una edad de oro del hockey en Ourense que finalizaría con la retirada de aquella generación de jugadores.

‘Después hubo un bache hasta finales de los años 80, que decidí entrenar a un grupo de chavales y el hockey empezó a remontar el vuelo con el Apóstol masculino y ya en los 90 con el femenino’, añade. Un buen momento que se trasladó a la selección autonómica, que contaba con una importante representación de jugadores ourensanos. ‘Nunca se había conseguido nada a ese nivel hasta entonces, que firmamos tres subcampeonatos de España’, certifica Piñeiro.

‘Este deporte pierde posibilidades por la actual falta de instalaciones’

Tito Piñeiro está viviendo un momento amargo después de haber disfrutado de las mieles del triunfo como jugador y como entrenador. Su mayor disgusto no está relacionado con la situación de los equipos -en categorías inferiores a las que disfrutaron no hace tanto- sino con la ‘falta de sensibilidad de las instituciones a la hora de facilitar más instalaciones para que los chavales que quieren practicar este deporte puedan hacerlo’, señala.

¿Cuáles fueron sus primeros éxitos como jugador?

A los 15 años jugué el campeonato de España con el Estudiantes en Ourense y Valencia y conseguimos llegar a lo más alto del podio. Un año más tarde, ya como Atlético Ourense y en Gijón, repetíamos título y en categoría sénior disputamos una final del campeonato de España que perdimos en Sevilla ante el CUDE, en la temporada 73/74. Después llegarían las retiradas de diversos jugadores y el bajón del hockey en Ourense.

Pero este deporte resurgió.

Fue un empeño personal mío y de otros apasionados de este deporte. Ahí ya actuaba como entrenador y formé a un grupo de chavales que en la temporada 87/88 alcanzó la fase final en Granada de sala y la de hierba en Tarrasa. En la 89/90 se consiguió el campeonato de España de sala en categoría juvenil y en la 90/91 se hizo el campo de hierba de Oira y el Apóstol ascendió a primera nacional en la 91/92 para un año más tarde alcanzar la División de honor A. Era todo un logro para una generación con la que había trabajado desde los 80. El equipo femenino surgió en el año 96. Se disputó la Copa de Europa en Ourense y el entonces concejal de Deportes, Gómez Barril, quedó tan impresionado que preguntó si había manera de hacer un equipo de elite en Ourense. Yo dije que sí y se creó el Ourense, que en sólo un año ascendió a División de honor.

Se vivió una buena década de triunfos, pero ahora la cosa es distinta

Hubo unos primeros años espectaculares, pero ahora es prácticamente imposible competir con clubes que tienen tres veces más infraestructuras. Desde hace dos o tres años el hockey ourensano ha ido perdiendo fuerza en las competiciones nacionales. No así el trabajo con la base, de hecho en este momento contamos con alrededor de 1.000 licencias, los niños quieren jugar, pero sus padres preguntan que cuándo lo hacen y hay que explicarles que tenemos un campo para 600 chavales. Nos faltan instalaciones y los políticos no hacen nada por paliar este problema, es una pena.

¿Con qué sería suficiente?

Yo creo que con un campo más podríamos arreglarnos, aunque algunos clubes han optado por campos de 40X20, minicampos que aprovechan al máximo las instalaciones y en los que pueden competir los niños y las chavalitas hasta los 13 o 14 años.

¿Y recuperar el puesto en la élite?

Eso es en estos momentos tarea imposible. Los rivales tienen más presupesto, más instalaciones y más cantera. Tendría que producirse un milagro o que saliera una generación de jugadores excepcional.



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