ANÁLISIS

El reloj manda, la gente no

Los últimos acontecimientos deportivos devuelven a escena el debate sobre los horarios y su idoneidad 

Fue como un"bofetón" de realidad con la mano abierta. El primer partido de dobles de España en la nueva Copa Davis terminó a la 1:48 de la mañana de un día lectivo. Y no hubo retrasos inesperados o pausas más largas de lo previsto. Los duelos individuales fueron más igualados e hizo que el reloj se descontrolase. El negocio es el negocio. El aficionado que lo seguía por televisión y forma parte de la "España que madruga" o renuncia o se pasa a la cafeína.

A eso hay que sumarle El Clásico aplazado que asoma por diciembre. Un Barcelona-Real Madrid que se especuló podría ser a las 13:00 horas de todo un miércoles laborable. Se preveía una abstención laboral en masa, una marea de justificantes médicos... Pero milagrosamente imperó la lógica. Esta vez serán los chinos y chinas los que tengan que modificar sus hábitos si quieren verlo. Se jugará a las 20:00 horas.

Son ejemplo globales de que el espectador, en directo o televisivo, importa cada vez menos. Un pastel donde todo el mundo quiere tener su parte. En el que importa más el que está a miles de kilómetros que el de la calle de al lado. Es el gran deporte. Cada vez más opciones para verlo, eso sí, pero cada vez más complicado cuadrarlo.

No descartemos que en un futuro se nos adapte mejor el horario estadounidense. No.

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