El flojo Copenhague fue el mejor 'sparring' para que el equipo de Ancelotti se diera un festín en la Liga de Campeones

El Madrid aparca la crisis

Di María, dispuesto a rematar ante Mellberg. (Foto: JAVIER LIZÓN)
Un rival menor, el Copenhague, sirvió para aparcar el debate sobre el juego del equipo de Carlo Ancelotti, cuestionado tras la derrota ante el Atlético de Madrid por la falta de un sistema, que apareció a ratos en la victoria del Real Madrid ante los daneses por 3-0 con una buena actuación de Cristiano Ronaldo y Di María.
El Bernabéu esperaba cambios de su entrenador y Carlo Ancelotti apostó por alinear juntos en el centro del campo por primera vez en el curso a Modric, Khedira e Illarramendi. Ancelotti también sacó del once a Isco, Sergio Ramos, Arbeloa y Coentrao para dar entrada a Carvajal, Varane y Marcelo. El brasileño fue, junto a la de Modric, fundamental para el devenir de duelo. La profundidad y la llegada hasta la línea de fondo que tanto habían echado de menos los blancos en los últimos tiempos, por fin volvió al Real Madrid. Y el principal culpable fue Marcelo.

Álvaro Morata, en el banquillo de casualidad ya que su destino era la grada, pero una indisposición de Casemiro le devolvió al lugar de los suplentes, esperaba su turno mientras Benzema se esforzaba sin éxito. Arrancó pitos y algunos aplausos, en un equipo algo espeso, pero más consistente que rondaba el área del Copenhague hasta que Cristiano, cómo no, dio en la diana (1-0, minuto 20).

Entonces, Iker Casillas, que volvía al Bernabéu ocho meses después, erró en una salida y el Copenhague estuvo a punto de marcar. Jorgensen remató al larguero y Modric sacó la pelota debajo de la portería.

Ya en la segunda parte acertó de nuevo Cristiano (2-0, minuto 64), y entonces ya sólo cabía esperar una catarata de goles y Di María no tardó en hacer el tercero con un disparo desde fuera del área para demostrar que tiene calidad para hacer de Bale (3-0, minuto 71). El galés no estaba, otra lesión justo antes de la cita con los daneses le dejó fuera para desesperación de los dirigentes blancos, que vieron como el argentino hacía el cuarto justo al final (4-0, minuto 89).

No pasó nada más y todo acabó como casi todos esperaban.

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