Daniil Medvedev fue "destruido" por Dominic Thiem hace nueve años en un evento júnior en Umag, un encuentro que a la larga sirvió para forjar su carácter y para que ayer se tomase la revancha en la final del torneo de maestros (4-6, 7-6 (2) y 6-4).
Medvedev, como antes Nadal, comenzó lento, con ritmo bajo, con alguna que otra oportunidad para ponerse por delante, pero a merced de un Thiem que estaba sintiendo más la bola. Con una doble falta cedió su servicio y a la postre el primer set y se colocó en un escenario que le encanta, el de víctima.
Necesitó Medvedev salvar tres bolas de "break" en el segundo parcial para despertar y enchufarse a la final. No se vino abajo ni cuando Thiem le dominó en el "tie break" por 0-2. Le ganó siete puntos seguidos y forzó el set definitivo.
Era ya el dueño del partido y aunque se le escapaban las posibilidades de romper (desperdició cinco), el momento estaba al llegar. Tenía el mando del partido y era cuestión de tiempo que Dominic Thiem claudicase.
Cuando cayó la rotura, lo hizo como fruto maduro, rompiendo los esquema de un Thiem que se queda sin premio una vez más y que a sus 27 años solo tiene un Masters 1.000 y un Grand Slam en su palmarés, poco botín para el juego que lleva años desarrollando.
