Ucrania le está costando algo más que un dolor de muelas al zar Vladimir Putin, si bien a Estados Unidos le está ganando todos los pulsos.
El último ha sido el "intercambio de prisioneros" entre ambos países, desarrollado el pasado 9 de diciembre en Abu Dhabi.
Estados Unidos recuperó a la jugadora de baloncesto Brittney Griner, encarcelada cuando pretendía salir de Rusia, tras decretarse la expulsión de los clubes deportivos rusos y bielorrusos de las competiciones europeas.
Griner, de 2,06 metros, bicampeona olímpica y mundial, universitaria y cuatro veces de la Euroliga, jugaba en el Ekateriburgo ruso desde 2014, donde cobraba cuatro veces más que en la WNBA.
Asustada por la invasión de Ucrania, en febrero de este año, decidió seguir la recomendación de su gobierno y salir del país. Pero fue detenida en la aduana de Moscú por posesión de varios aceites opiáceos para consumo personal.
Resulta ingenuo pensar que esta acción fue casual. La jugadora entraba y salía en Rusia como perico por su casa desde 2014. Es evidente que el exagente del KGB, camarada Putin, la usó como rehén ante un despistado Joe Biden.
Tras meses exigiendo su liberación de un penal de la fría Mordovia, con 12 horas de trabajo forzado, Biden sólo logró un patético y humillante canje por el traficante de armas Viktor But, detenido por su servicio secreto en 2009.
Rusia recupera al responsable indirecto de millones de muertos en guerras -inspirador de la película 'Lord of war'- experto en las redes de armamento y fan de la invasión ucraniana. Compararlo con una deportista, hija de policía y defensora de los derechos sociales, es un insulto a la inteligencia.
