El Barcelona superó el 2-0 de la ida en Milán liderado por Leo Messi que marcó dos de los cuatro goles de su equipo

Remontada azulgrana

Messi celebra el gol que ha marcado al  Milan con David Villa a su lado. (Foto: ALEJANDRO GARCÍA)
Acostumbrado a destrozar récords, a acumular títulos como si no costara, a doblegar rivales en las finales con facilidad pasmosa, el Barcelona necesitó esta vez remontar el 2-0 de San Siro y golear al Milan en el Camp Nou (4-0) para seguir vivo en la Liga de Campeones, una gesta que este equipo aun no tenía en su repertorio.
A los cinco minutos, Messi y Xavi abrían el camino de la remontada al fabricar una pared en la frontal del área que acabó con una rosca del argentino a la escuadra que dejó clavado a Abbiati.

Los azulgranas golpeaban primero y el Milan le costó levantarse. El remate en semifallo de El Shaarawy, instantes después del 1-0 y que acabó mansamente en las manos de Valdés, pareció un mero accidente.

El Barça jugaba con intensidad y presionaba con hambre voraz. Al equipo italiano le duraba el balón un suspiro. Antes del cuarto de hora, Iniesta y Xavi ya habían puesto en serios problemas a Abbiati con dos tiros envenenados y Pedro había sufrido un posible penalti de Abate.

El Barça había recuperado su mejor versión, pero el segundo gol no llegaba y pareció tomarse un respiro. El equipo de Massimiliano Allegri lo aprovechó para recomponerse e intentar buscar fortuna en alguna tímida contra de El Sharaawy. Sin embargo, la jugada clave del partido no tuvo como protagonista al 'Faraón', sino a su compañero Niang.

El sustituto del lesionado Pazzini se llevó un balón aéreo después de que Mascherano midiera mal el despeje y se plantó solo ante Valdés, pero acabó estrellando en un poste la oportunidad de haber dejado sentenciada la eliminatoria.

En la jugada siguiente, Iniesta robó un balón para asistir a Messi, que marcó, de disparo raso, el 2-0 a falta de seis minutos para el descanso. El Barça se fue al vestuario con la eliminatoria igualada.


DE MÁS A MENOS

El Milan salió algo más ambicioso tras la reanudación y lo pagó caro. Porque los de Jordi Roura encontraron más espacios para acercarse a las inmediaciones de Abbiati.

Jaleado por un Camp Nou entregado, el Barcelona olió la sangre y se fue a por el tercero. Una pérdida de balón 'rossonera', el enésimo robo de Mascherano, acabó en las botas de Xavi, que cedió para que Villa definiera magistralmente el tercero. Aun quedaban 35 minutos para el final del partido y, aunque un gol clasificaba al conjunto transalpino, éste parecía herido de muerte.

Los locales pusieron entonces la pausa al partido y dejaron que languideciese hasta que el Milan despertó en los últimos diez minutos de la mano de Bojan y Robinho, que entraron en la recta final del choque para revitalizar el ataque visitante.

Fue un acoso tosco el de los italianos, sin poner en verdaderos apuros a Valdés. La tensión de la grada se mascaba en cada llegada milanista, pero se convirtió en felicidad desbordada cuando Jordi Alba, en el tiempo añadido, sentenció en una contra. Un epílogo inmejorable a una 'noche mágica'.

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