HISTORIAS DEPORTIVAS

Hay vida después del deporte, pero ¿cuál?

photo_camera En Estados Unidos ya no te puedes comprar una parrilla sin que te la venda George Foreman

Nadie sabe qué vendrá después de un título. Un deportista se puede reciclar como asesor de Kim Jong Un o como vendedor de parrillas. Basado en hechos reales.

Lo que vendrá detrás de un trofeo, recogido en la sombra de un podio, no lo sabe ni el trofeo que la justifica ni el deportista que la proyecta. Lo conoce, si cabe, su destino, y ya sabemos que el sino de los deportistas cambia cada cinco minutos y tres bloques de un informativo –“su sueño era jugar  en el Real Madrid” medio segundo antes de “se frustra su fichaje por el Barcelona”-.

Lo que busca un profesional cuando termina su carrera, cuando ya ha dedicado una estancia de su casa a las fotos con marcos de madera y a guardar la fama junto a los ribetes de las medallas, es un lugar remunerado para recordar. Puede ser un escaño en el Senado o sobre el asiento de bolas de un taxi. No vale un entrenador, ni un representante, ni un técnico de la base; son los oficios de los que no se quieren marchar nunca de su deporte.

Cansado de dormir llegó a estar el Mágico González, delantero del Cádiz de los 80, tan conocido por quedarse en la cama como por llevar el balón a la red. En el 84, giró por el mundo con el Barça. En Estados Unidos, el hotel de club se incendió y evacuaron el complejo, aunque solo Mágico se quedó dentro, con una mujer en su habitación. A veces, dormía tanto que hizo creer al Carranza que sus goles era un sueño. Un partido contra el Barcelona lo desatascó con legañas al entrar en el descanso -también se había dormido: dos goles y dos asistencias. 4-3 para los gaditanos. Hoy, el Hijo Ilustrísimo de Salvador conduce un taxi.

Dennis Rodman, “el gusano” de los Chicago Bulls a finales de los 90, creyó –y creyó bien- que su experiencia en las relaciones internacionales habían sido probadas tras un matrimonio de 9 días con Carmen Electra. Ahora, prueba con Kim Jong-Un, al que  asesora en cuestiones deportivas.  Probó con otros deportes, pero la cinta de su compañero Michael Jordan, donde se veía al mejor de todos los tiempo probar con el golf tras la retirada, salió por la cara B. Así que peleó un par de veces con Hulk Hogan en la lucha libre. Fue derrotado.

Un sitio donde siempre se gana, aunque solo a veces se pierda, es la política. Los brasileños Bebeto y Romario probaron suerte en la gestión local brasileña. El gol a la democracia, habría titulado algún periódico. Hubo un tiempo en España en que la regeneración era salir corriendo, así que los partidos se hicieron con los servicios de grandes atletas: Abel Antón o Ruth Beitia fueron en listas del PP. Con Marta Domínguez todos sabemos qué pasó desde su escaño como senadora popular. Liberia, que tiene prisa por el progreso, quiso las dos cosas y esperó a George Weah –El Rey George, exdelantero del Milan, tan rápido como goleador-, quien a punto estuvo de ser presidente del país por otro CDC, el Congreso para el Cambio Democrático. Con ese destinó amagó el también rossoneri Shevchenko, en Ucrania.


Kaspárov quizá percibió en sus legendarias partidas contra Karpov que aquellos espías que se sentaban en la tercera fila para desconcentrar a uno y otro ya habían pautado su después al jaque mate. El ajedrecista es un conocido opositor al régimen ruso, un activista conservador que ha tirado en varias ocasiones a los alfiles contra Putin. Fue detenido en noviembre de 2007 y en 2010, tras protestar a favor de las cantantes de Pussy Riot. Ahora, hastiado de ser ruso, es croata. Hace dos años que tiene la nacionalidad del país.

Las estrellas-anuncio dieron un nuevo enfoque al deporte. A Cruyff no le llegó con cambiar para siempre el fútbol con dar un vuelco al negocio del marketing -y los anuncios contra el tabaquismo. Décadas más tarde, la publicidad se nos ha ido de las manos, y en Estados Unidos ya no te puedes comprar una parrilla sin que te la venda George Foreman. O ir al cine sin ver a Eric Cantona. El delantero francés ha protagonizado un biopic sobre su propia vida y se le ha visto sobre alfombra roja. De saltar a pegar una patada a un aficionado en Old Trafford a al festival de la Costa Azul. Los cambios  no siempre son para peor.

Ahora, imaginen toda esta película de deportistas después del deporte, con una canción de Álvaro Benito. Su etapa como jugador del Real Madrid, donde compartió vestuarios con Guti y Raúl -algunos creen que estaba destinado al mismo camino- se rompió por una grave lesión. Encontró una alternativa en la música. Empezar de cero, como su canción. Pero empezar bien.

Te puede interesar