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Agujeros en el sector público y privado

La presidenta del FMI Christine Lagarde.
photo_camera La presidenta del FMI Christine Lagarde.
España se ha colocado en la primera posición mundial por el aumento de las insolvencias empresariales y el Estado sigue maniatado por su déficit estructural y la deuda pública. Toca subir impuestos.

Hay dos noticias, una macroeconómica y otra micro, que dan que pensar. Por un lado, el desequilibrio fiscal del Estado, con muchos más gastos que ingresos, sigue acentuando su déficit estructural. Por otra, España se ha colocado este año en la primera posición mundial por el aumento de las insolvencias empresariales.

La agenda política y económica del país está dominada por otros asuntos de menos calado –tal vez una manera de no querer ver la realidad–, pero la negra sombra de esas dos noticias semiescondidas no se diluirá sin una buena luz. Y esa luz se llama dinero o, si se prefiere, creación de riqueza para generar liquidez.

Ni el Estado español será sostenible sin cambios estructurales –o bien ingresa más o bien deja de gastar tanto– ni muchas de sus empresas insolventes –otros prefieren considerarlas zombis– saldrán adelante.

Puede hablarse de eufemismos, puede convertirse la agenda política real en emocional y pueden hacerse todos los trucos de magia que se quiera con el marketing político, pero no por ello desaparecerá el agujero en las finanzas del Estado ni mejorará la salud de buena parte de las empresas españolas.

Es verdad que a nivel mundial se prevé que el índice de insolvencia para 2021 sea del 13% y en torno al 15% en 2022, pero no lo es menos que España, con un incremento previsto en torno al 24% en 2021 y del 26% en 2022, es uno de los países con porcentajes más altos. Y, como en tantas otras cosas de la vida, también sería aplicable aquello de “mal de muchos, consuelo de tontos”.

DÉFICIT Y FUTURO

Si bien es cierto que ahora estos dos asuntos solo están en el mundo de los académicos y en los ámbitos más profesionales de los economistas y de los auditores, no lo será menos que llegarán a la calle si antes no se arreglan en las instancias políticas. Pero las noticias al respecto no son precisamente alentadoras, como alertan los expertos.

“Dopada por el Banco Central Europeo, la economía española logra una cierta recuperación que es también muy visible en su ejecución presupuestaria, pero como ‘el algodón no engaña’ sigue ahí un déficit estructural del -4,5% del PIB.

REFORMAS Y GASOLINA

Cuadrar las cuentas del Estado va a exigir una reforma fiscal –vienen curvas para la clase media– y gasolina suficiente para mantener los programas previstos de gasto público.

Puede que el Gobierno de Pedro Sánchez tampoco quiera verlo, pero el Fondo Monetario Internacional, sí. Según las proyecciones del FMI, en un horizonte a cinco años, el déficit público no bajaría del -4,2 % sobre el PIB y la ratio de deuda pública seguiría en 2026 casi al mismo nivel que hoy (117,5% del PIB).

En el Gobierno hay ministros y ministras suficientes para que alguno o alguna le pueda echar un ojo al Atlas Concursal 2021 que acaba de publicar el Consejo General de Economistas de España. Es preocupante lo que ahí cuenta el Registro de Economistas Forenses (Refor). España se ha colocado en primera posición mundial en cuanto a previsiones de insolvencias, con un incremento del 24% con respecto al año 2019.

@J_L_Gomez

Las insolvencias, al alza

Se creía que la postpandemia iba a estar asociada a la recuperación, pero esa supuesta bonanza se ve empañada por el incremento de la inflación –con la energía en cabeza– y los problemas de abastecimiento de materias primas y energía. En España hay una moratoria concursal vigente hasta el 31 de diciembre de 2021, que ha servido para contener el incremento concursal previsible, pero la avalancha concursal está por llegar, acompañada de insolvencias de personas físicas y de empresas.

La recuperación, a la baja

El Atlas Concursal 2021 del Consejo General de Economistas, elaborado por el Registro de Economistas Forenses, califica de decepcionante la dinámica de la recuperación, ya que la economía española está un 5% por debajo del nivel de marzo de 2020. Al levantar las restricciones se esperaba una recuperación rápida, hasta volver a los niveles previos al primer trimestre de 2020, salvando de forma efectiva a miles de empresas y empleos congelados durante varios trimestres, pero no ha sido así.

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