ANÁLISIS ECONÓMICO

Alemania exporta y tira de la eurozona

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photo_camera Angela Merkel, canciller de la República Federal de Alemania.

Su capacidad industrial, basada en la calidad, mantiene su competitividad a salvo de la crisis económica.

El PIB de la eurozona creció un 0,3% en el segundo trimestre del año, la mitad que en el primero, según confirmó Eurostat, la agencia estadística europea. Pero como toda media, esconde realidades diferentes. Va bien Alemania, porque consigue exportar a gran escala, pero Francia e Italia se quedan atrás, rezagadas. España no va mal en crecimiento –su PIB es el segundo que más ha crecido con un avance del 0,7%– pero no acaba de traducir sus progresos en empleo, con tasas de paro fuera de lo normal en Europa.

La capacidad industrial de Alemania, basada en la calidad de sus productos, sigue manteniendo su competitividad a salvo de la crisis, como vino haciendo desde que se inició. Es un modelo a seguir para garantizar el empleo de calidad.

Alemania fue el único país europeo que hizo sus deberes a tiempo en cuanto a reformas estructurales y la promoción de I+D+i, porque entre otros motivos la reunificación había tenido como consecuencia un aumento significativo del déficit público, que había que contener. El resultado: la economía alemana tenía una ventaja comparativa frente a los demás países europeos cuando llegó la crisis del 2008 y por eso pudo paliar los efectos de la misma mucho mejor. Es por esa razón que Alemania insiste tanto en que los demás países europeos, por lo menos los de la zona euro, tienen que acelerar sus procesos de reformas estructurales y control del déficit público, si quieren ser competitivos en los mercados del mundo. La mutualización de la deuda, es decir, la emisión de eurobonos, sería el camino más sencillo y rápido para conseguir una mayor integración fiscal en Europa, pero la Alemania de Angela Merkel, de momento, poco o nada quiere saber de todo ese plan.

Maniatada por su endeudamiento público y, sobre todo, privado, España sigue en manos de Alemania y de los mercados financieros. En definitiva, la situación de España, a la vista de sus datos socioeconómicos (paro, déficit, endeudamiento…) y de los testimonios de sus ciudadanos en las encuestas, alcanza tintes de desesperanza, que en algunos casos se vuelven dramáticos. Dicho en pocas palabras: el problema económico y laboral de España es de crecimiento, competitividad y productividad. Los españoles se quedaron sin la construcción y, de buenas a primeras, no supieron qué hacer para suplir ese tremendo vacío.

La esencia del problema español —de donde proviene todo lo demás— es la necesidad de reajustar los costes y los precios, como suele explicar el premio Nobel Paul Krugman. La burbuja inmobiliaria no solo elevó los precios de los inmuebles para terminar haciendo añicos los balances de los bancos, sino que también provocó un considerable aumento de precios y sueldos en relación con las economías centrales de Europa. Y si ahora toca recortar precios y salarios, hay que devaluar el país, a falta de una moneda que poder devaluar, que es lo que propondría Milton Friedman en un caso como este.

En general, las grandes soluciones llegarán desde arriba —léase UE, BCE y Alemania—, máxime ahora que España sigue siendo un país tutelado por Berlín y Bruselas, pero desde abajo también cabe moverse. Como dice el economista Vicente Martín, para que se reactive la economía tiene que haber más demanda, pero para que las empresas puedan hacer cosas —por un lado invertir y por el otro tirar de la economía y generar más empleo—, es fundamental que haya buena financiación.

@J_L_Gomez

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