ECONOMÍA

Demasiadas alertas económicas negativas

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El envejecimiento, la deuda y la escasa productividad se solapan con las adversas consecuencias del Brexit, de lo cual no se deriva nada bueno. Falta un discurso político realista para sacar España adelante. 

En campaña electoral se dicen muchas cosas y se callan otras, pero a la hora de la verdad las cosas son como son. Por cierto no muy distintas de cómo hemos ido viendo aquí, en Cuenta de resultados. Ahora es el Fondo Monetario Internacional (FMI) el que advierte a España de sus graves problemas: el demográfico, derivado del envejecimiento, y el de endeudamiento, que por si fuese poco no es sólo público, sino también privado. Esta vulnerabilidad de la economía española tiene difícil solución -exige mejorar la productividad, invertir en I+D, etcétera- y se ve condicionada por el entorno europeo, donde el Brexit rebajará el crecimiento de la zona euro -en un 0,5 % de PIB, según el FMI-, en medio de un riesgo de estancamiento. Como quiera que la directora gerente del FMI, Cristine Lagarde, no es asiática ni estadounidense, sino francesa -y ex ministra de su país- se supone que sabe bien de lo que está hablando en sus severas advertencias.

Ante este tipo de escenarios siempre cabe recordarle al FMI sus errores clamorosos del pasado, pero esta vez no se trata de discutir si España crece unas décimas más o menos, sino si su estructura productiva y sus recursos humanos -eso que suele llamarse el modelo económico- son los adecuados para salir adelante y recuperar la prosperidad de los primeros años de este siglo. En principio, parece que no, y que para que eso sea posible hay mucha tarea por delante.

Si algo no ayuda es la salida del Reino Unido de la Unión Europea, ya que la economía española es una de las más expuestas a los efectos negativos del Brexit. Según Goldman Sachs, tres de las 20 compañías europeas con mayor cuota de ventas en el mercado británico son españolas (Ferrovial, Telefónica y Banco Santander). Además, España es el tercer país de la UE con más inversiones directas en Reino Unido (60.000 millones de euros), solo por detrás de Francia (127.000 millones de euros) y Alemania (94.000 millones).

Los efectos económicos del Brexit son de todos modos inciertos y van a depender mucho de la negociación entre Bruselas y Londres. De entrada, según las estimaciones que se van conociendo, podría restar un 1% al PIB del Reino Unido y un 0,5% al de la UE en 2016.

Para Galicia, siendo también un problema, no sería el principal, ya que aquí tienen  más peso factores como el demográfico, el tamaño de las empresas, la baja productividad, la escasa base industrial, etcétera. Aun así, Galicia podría acusar dificultades derivadas del alto número de gallegos residentes en el Reino Unido –especialmente en Londres- y de las inversiones cruzadas, que en términos relativos tienen más peso que sus cifras de comercio exterior. Británicos y gallegos se dedican más a explorar inversiones en sus territorios que a venderse bienes y servicios. Y el turismo británico con Galicia está muy lejos de alcanzar los niveles que tiene en otras comunidades.

El problema de la internacionalización de la economía gallega en realidad es general y, como acaba de advertir el Foro Económico de Galicia, aconseja tomar como referencia experiencias como la vasca, profesionalizar las complementariedades entre Galicia y Portugal y apoyar tanto la captación de inversión extranjera en Galicia como las inversiones de empresas gallegas en el exterior. Encima, Galicia atrae más inversores dispuestos a comprar industrias ya en funcionamiento que empresarios con deseo de emprender aquí, por ejemplo en nuevas plantas. 

@J_L_Gomez

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