La oposición laborista advierte a Cameron que 'el portazo a la UE será catastrófico para el país'

Londres defiende su rechazo al tratado europeo anticrisis

Cameron y Durao Barroso, durante la cumbre europea del pasado viernes en Bruselas.  (Foto: OLIVIER HOSLET)
El Gobierno del primer ministro británico, David Cameron, defendió su histórico rechazo de un tratado europeo para resolver la crisis en la zona euro, mientras en el Reino Unido crecen las dudas sobre los beneficios de esa estrategia política. En plena conmoción nacional por lo ocurrido el pasado viernes en Bruselas, el ministro británico de Economía, George Osborne, insistió ayer en que Cameron hizo lo correcto.
'Si hubiéramos firmado el tratado -si David Cameron hubiera roto su palabra con el Parlamento y los ciudadanos, cedido sin conseguir las contrapartidas que pedía-, hubiéramos sentido toda la fuerza de esos tratados europeos, es decir, del Tribunal Europeo, la Comisión Europea y el resto de esas instituciones aplicando los tratados y usándolos para socavar los intereses británicos y del mercado único', declaró. 'No podíamos dejar que eso pasara', afirmó Osborne y aseguró que, con su decisión, el primer ministro impidió que la integración fiscal que se pide a la zona euro 'afecte de rebote' a los sectores de la economía británica que comercian con Europa.

El 'canciller del Exchequer', firme oponente a un impuesto a las transacciones financieras, negó además que la autoexclusión del Reino Unido de un pacto secundado por el resto de los países de la UE vaya a disminuir la influencia del país.


APOYO DE LOS EUROESCÉPTICOS

Por su parte, Cameron buscó el apoyo de sus correligionarios con una cena el viernes en su residencia oficial campestre en Chequers, en la que, según los medios británicos, se brindó a su salud. El euroescéptico Andrew Rosindell, que asistió a la cita con una treintena de sus colegas conservadores, dijo que el primer ministro había estado 'muy relajado' y que el ambiente había sido 'extremadamente positivo'.

Los países de la UE menos el Reino Unido respaldaron el viernes un tratado intergubernamental para aumentar la disciplina presupuestaria en la eurozona, con sanciones a aquellos Estados cuyo déficit exceda el 3 % de su Producto Interior Bruto (PIB). Cameron se negó a sumarse al acuerdo, imposibilitando así la unanimidad, debido a que no se aceptaron las exenciones que pedía para la City de Londres, el principal centro financiero europeo y que aporta un 9 % al PIB británico. El viceprimer ministro y líder liberaldemócrata, Nick Clegg, intentó en un primer momento respaldar a su socio de coalición. Sin embargo, ante el aluvión de críticas en su partido -el más europeísta del país-, cambió de tono para advertir a los euroescépticos del peligro de que el Reino Unido quede marginado en una Europa de dos velocidades.

Al margen de una minoría de euroescépticos eufóricos con la actuación de Cameron, en lo que parecen coincidir diputados de todos los partidos es en que el primer ministro erró en su estrategia política, al no buscar alianzas en Europa que hubieran evitado su aislamiento. El líder de la oposición laborista, Ed Miliband, afirmó que el 'portazo' a la negociación sin obtener beneficios tendrá efectos 'catastróficos' para el país.

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