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¿Qué misterio traen los fondos europeos?

Establecimiento de Zara, buque insignia de la compañía Inditex.
photo_camera Establecimiento de Zara, buque insignia de la compañía Inditex.
El detalle de los proyectos Next Generation EU aprobados es una gran incógnita, del mismo modo que los plazos de su ejecución y el contenido de las reformas estructurales que deberá hacer España.

Es probable que a estas alturas cualquier ciudadano sepa que en España se van a realizar cuantiosas inversiones con fondos europeos, los denominados Next Generation EU, con miles de millones de euros en juego. Pero también es probable que nadie sepa de qué proyectos se está hablando, más allá de unas cuantas generalidades. No se trata de que la gente sea una ignorante, tampoco de que los medios estén en babia. La propia Autoridad Independiente de Responsabilidad Fiscal (AIReF) ha admitido –y denunciado– que no se conoce ni el detalle de los proyectos aprobados, ni los plazos de ejecución ni el contenido de las reformas estructurales.

Los más jóvenes no están habituados a tener información de grandes proyectos industriales porque España lleva parada en ese sentido desde hace más de diez años, a raíz de la crisis de 2008; e incluso desde algo antes. Pero los no tan jóvenes que vivieron –o disfrutaron– de los procesos de industrialización se enteraron fácilmente en su día de los proyectos que irían cuajando durante décadas.

Las industrias contaminantes que ahora se van cerrando -plantas térmicas, Alcoa- o entrando en dificultades -Ence, Navantia- llegaron precedidas de grandes titulares, del mismo modo que la implantación de las fábricas de automóviles. Había un gran proyecto industrial, una gran inversión y un gran titular, pero ahora no es así. Hay a veces grandes titulares pero no se concretan las inversiones ni siquiera los proyectos. ¿Qué es lo que está pasando?

Una posible explicación es que el mundo ha cambiado y la economía también. Otra, que a veces surgen grandes proyectos –Inditex– sin que nadie los anuncie; a base de ir creciendo y agregando valor y nuevas empresas -Zara, Massimo Dutti, Bershka-, hasta que su vector resultante deslumbra al mundo y, sobre todo, a los mercados financieros.

¿Sucede entonces algo así con los proyectos europeos? No. O al menos no necesariamente. Por un lado no son territorializables –no se trata de levantar un gran complejo como el de San Cibrao en la costa de Lugo, en su día el más grande de Europa–, sino de implicar a varias empresas y administraciones en un proyecto común de futuro.

Un ejemplo sería la producción de baterías, que no pasa por atribuírselo a una sola empresa en un solo sitio, sino de implicar a varias compañías del sector del automóvil. Es decir, Vigo (Citroën) podría estar en ese proyecto, del mismo modo que Barcelona (Seat), pero no cada uno por su cuenta, ya que las sinergias en su sector son copiosas y los fabricantes vienen a ser ensambladores de componentes. Pero lo mismo podríamos aplicar a la energía, donde la producción puede hacerse entre varias compañías y lo más importante es que sea limpia. En cambio, ese criterio sería menos aplicable en la agroalimentación, dado que cada fabricante hace y comercializa sus propios productos.Todas estas cosas están ahora en juego, lo cual tampoco quiere decir que no pueda haber proyectos concretos y localizados. En Galicia, un ejemplo sería el tan manido de la viscosa. Inditex ya ha dicho que sus filiales están dispuestas a comprar viscosa hecha en Galicia pero que ni la va a producir ni la va a adquirir si no tiene buena calidad y es más barata que la que ya compra a sus proveedores. Por eso hay que darle a la cabeza para que de los millones de árboles que hay en Galicia salga una buena viscosa, debidamente industrializada. 



Al alza | El hidrógeno

¿Por qué se habla ahora tanto del hidrógeno y se le vincula a los fondos Next Generation EU? Si bien hoy es algo marginal, el hidrógeno podría representar el 15% de la energía mundial en 2050. Ejemplos de ese futuro serían el hidrógeno verde para los sectores químico y de refinado, pero también los camiones impulsados por hidrógeno. ¿Pintará mucho Galicia en este frente energético? Dependerá en buena medida de Reganosa –ahora con una cuota del 5% en España–, muy pequeña al lado de Enagás.

A la baja | El canon

Galicia es una de las pocas comunidades autónomas que implantó el canon eólico, cuya recaudación debería traducirse en progresos para toda la comunidad. Pero su situación es todo un misterio. La Xunta de Galicia no informa del destino que le da a ese dinero. Tampoco del control que ejerce ante las empresas concesionarias. Y, visto lo visto, la Oposición –BNG y PSdeG-PSOE– tampoco se entera de este gran misterio. La falta de transparencia es, cuando menos, sospechosa.


Protagonistas

Alberto Núñez Feijóo, presidente de la Xunta - La robotización, el cambio energético y los grandes proyectos compartidos están marcando la diferencia entre las empresas de vanguardia y futuro y las que se pueden quedar atrás. Si Feijóo quiere que Galicia esté en primera línea deberá hacérselo ver.

Francisco Conde, vicepresidente de la Xunta - Viscosa, hidrógeno y coche eléctrico son tal vez sus principales esperanzas de triunfar con los fondos Next Generation EU. Sus posibles partners son Inditex, Reganosa, Endesa y Citroën pero el empujón político de Nadia Calviño no le vendría mal.

Juan Vieites, presidente de la CEG - Los empresarios gallegos, ahora algo mejor organizados, tienen muchas reivindicaciones ante los poderes públicos. Pero en el actual momento económico también deberán plantearse si además de gestionar el presente están sabiendo ver el futuro.

Amancio Ortega, dueño de Inditex - No solo es la gran empresa de Galicia en el mundo, sino que también puede ser el grupo clave para los proyectos Next Generation EU. Por un lado, como potencial comprador de viscosa; por otro, porque es accionista de referencia en Enagás.

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