Los partidos no están a la altura de la crisis

Una turista transita con su maleta por las Ramblas de Barcelona.
photo_camera Una turista transita con su maleta por las Ramblas de Barcelona.
Sindicatos y patronales, del mismo modo que las empresas que representan, demuestran una responsabilidad compartida con los bancos centrales que no se observa ni en todos los gobiernos, ni en todos los partidos.

España sufrió en 2020 una crisis de caballo, realmente cruel, tanto en el plano humano –sanitario– como económico, pero como esta crisis que trajo consigo la pandemia fue –y sigue siendo– más intensa que la anterior, aunque menos duradera, en 2021 ya se produjo una recuperación.

Otros países desarrollados o emergentes no solo se recuperaron, sino que están incluso mejor que en 2019 en términos de PIB, pero no es el caso de España, ni por PIB ni tampoco por su Bolsa. Aquí el turismo tiene mucho peso y las restricciones de movilidad, dentro y fuera de España, marcaron las diferencias, aunque hay también más factores que lastraron el valor total de los bienes y servicios finales producidos por España, donde hasta que vuelvan todos los millones de personas que solían visitar el país será difícil que la recuperación sea completa, lo cual no quiere decir que muchos sectores no se hayan recuperado o incluso mejorado sus posiciones.

En Galicia, por ejemplo, como hay menos turismo que en otras partes de España, la recuperación podría ser total ya en el segundo semestre de este año. Pero en el conjunto de España las cosas siguen estando a medio gas. Si bien el PIB creció un 5% el año pasado, según el Instituto Nacional de Estadística (INE), y eso está bien, el dato publicado este viernes quiere decir que España recuperó en 2021 menos de la mitad de lo perdido durante el primer año de pandemia, un 10,8%.

España está, pues, por debajo de las previsiones del Gobierno en un 1,5% y, a diferencia de EE UU, Alemania e incluso Francia, sigue rezagada en materia de recuperación.

Hasta aquí los datos y el análisis básico de una crisis económica que, como todas, reduce la tasa de crecimiento de la producción. Con un matiz importante: las crisis suelen definir la fase más baja de la actividad de un ciclo económico, lo cual no sucede ahora, ya que su origen fue sanitario. El ciclo expansivo que caracterizaba la economía en 2019 puede, por tanto, reanudar su marcha, como de hecho sucede en Estados Unidos o en Alemania.

La etimología de la palabra crisis, de origen griego, remite al concepto de separar, decidir… a un momento decisivo, de ruptura, donde hay que tomar decisiones. Y en ese frente suelen tener protagonismo los bancos centrales, los gobiernos, las empresas y, por supuesto, los trabajadores. A la vista está que los sindicatos y las patronales, del mismo modo que las empresas a las que representan, están actuando en general con responsabilidad, al igual que los bancos centrales. También algunos gobiernos, de ahí que sus países salgan antes de la crisis.

Menos de recibo parece el comportamiento que se observa en los partidos políticos en España, que da lugar a un penoso espectáculo, que puede resultar “comprensible” –entre comillas– en campaña electoral, pero no en las actuales circunstancias. La manipulación descarada de datos que hacen algunos, hasta mentir a la cara, es impropia de un país serio.

Claro que, por fortuna, tampoco pasa nada grave, ya que las grandes decisiones que afectan a España se toman hoy en día en Bruselas y en Fráncfort del Meno, lo cual no evita que algunos puedan hacérselo ver. Sobre todo, quienes convierten los partidos –pilares constitucionales de la democracia– en una especie de niños revoltosos que rompen sus juguetes mientras los mayores –impertérritos– hablan de las cosas de comer.

@J_L_Gomez

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