Poca profesionalidad y muchos accidentes enturbian el sector de la construcción

Sector de la construcción
La escasa capacitación profesional de promotores inmobiliarios, empresas constructoras y trabajadores, y la elevada accidentalidad enturbian la imagen del sector del cemento y el ladrillo, según coinciden en señalar arquitectos y constructores gallegos.

A diferencia de otras zonas de Europa en que es necesaria una titulación para ejercer de promotor inmobiliario, constructor o peón de la construcción, en Galicia, al igual que en el resto de España, no se requiere más que reunir el capital y una serie de documentos administrativos.

El presidente del Colegio Oficial de Arquitectos de Galicia (COAG), Celestino García Braña, reconoció que ’uno de los males que afectan al sector de la construcción es la poca especialización de la mano de obra’.

Añadió que ’eso se traduce en resultados constructivos pero también en accidentes de trabajo’ con índices ’dramáticos’.

Una de cada tres personas fallecidas al año en accidentes de trabajo pertenecen al sector de la construcción, donde, según García Braña, ’hay una cultura de desprecio al peligro’.

Varios expertos del sector recordaron que mientras los obreros gallegos que emigraron a otros países europeos tuvieron que superar cursillos técnicos y de formación profesional sobre seguridad, algunos de ellos impartidos en territorio gallego, aquí todavía no se exige ningún tipo de capacitación mínima.

El presidente del COAG destacó que muchos peones y obreros de la construcción proceden de zonas rurales o incluso de países pobres como consecuencia de la ’globalización’, lo que repercute en la escasa profesionalidad y en su propia seguridad, influye en la calidad de las obras y contribuye a deteriorar la imagen del sector.

‘Sobra cultura del negocio y falta cultura de empresa’, comentó García Braña, quien criticó que también entre los constructores y promotores ’hace falta una profesionalidad más importante’.

‘Este país ha producido sin duda ejemplos de personas que de la nada han construido un imperio, lo que es admirable’, subrayó el representante de los arquitectos gallegos, pero lamentó que ’a la sombra de ellos hay muchos más caso de promotores sin la mas mínima cualificación’.

Destacó que esas empresas son las primeras víctimas de accidentes o de los problemas de especulación inmobiliaria, por lo que consideró que ’hace mucha falta un esfuerzo en la profesionalización de los promotores’.

El presidente de la Asociación Gallega de la Construcción (AGC), Angel Fernández Presas, coincidió también en declaraciones en que ’por supuesto’ la falta de profesionalidad del sector contribuye a enturbiar la imagen y a mantener la elevada siniestralidad laboral.

Fernández Presas reconoció que la siniestralidad en Galicia, como en el resto de España, es mucho más elevada que en el resto de Europa, pero apuntó que las estadísticas en otros países ’no utilizan los mismo baremos’ de manera que, por ejemplo, ’no contabilizan como aquí los fallecimientos in itinere’, es decir, en los desplazamientos desde o hacia el lugar de trabajo.

Según el responsable de la AGC, ese organismo ’lleva años pidiendo a la Administración una acreditación o titulación’ para los trabajadores del sector, ’pero también para los empresarios’.

Lamentó que actualmente hay tal ’permeabilidad’ que ’cualquiera puede crear de un día para otro una promotora o constructora’ sin necesidad de justificar profesionalidad alguna o experiencia.

‘Aquí somos culpables todos’, dijo Fernández Presas en alusión a los constructores por no tomar las suficientes medidas para, siguiendo el ejemplo de otros países europeos, poner un perímetro de andamios metálicos alrededor de las edificaciones a medida que se construyen para evitar caídas.

Pero indicó que también son ’culpables’ la Administración, inspectores de trabajo, técnicos, ingenieros, arquitectos, aparejadores y trabajadores en general que, a menudo, no utilizan el caso o el arnés o lo hacen indebidamente, porque hay una ’falta de cultura de seguridad’ laboral.

Advirtió de que a esa situación hay que añadir el ’déficit de mano de obra del sector’ y el hecho de que ’cada día llegan personas menos cualificadas y con dificultades para hablar el idioma y para adaptarse a los usos y costumbres’, lo que supone un riesgo que puede agravar aún más la situación.

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