La coalición esboza sus líneas de actuación al frente de la Alcaldía y la Diputación donostiarra

Bildu: cien días de gestos, anuncios y baños de realidad

Juan Karlos Izagirre y Martín Garitano, en un acto público de Bildu en San Sebastián. (Foto: JAVIER ETXEZARRETA)
Cien días después del acceso de la Bildu a las instituciones, con una presencia especialmente relevante en Guipúzcoa, la coalición abertzale ha desarrollado una gestión caracterizada por los gestos, sobre todo hacia los presos de ETA, los anuncios de ajustes económicos y algún que otro baño de realidad. El pasado 11 de junio, la izquierda abertzale, a través de Bildu, accedió por primera vez al gobierno del Ayuntamiento de San Sebastián, después de dos décadas de gobierno socialista, mientras que doce días después logró otro hito histórico al auparse con el control de la Diputación de Guipúzcoa.
Desde el primer día, los dirigentes de la coalición formada por EA, Alternatiba e independientes han marcardo perfil y han escenificado el cambio a través de gestos políticos y guiños dirigidos a sus electores del entorno de la izquierda abertzale. En la primera semana, la alcaldesa de Andoain, Ane Karrere, prohibió la entrada de los escoltas de los ediles del PP y el PSE al Ayuntamiento, en una decisión que posteriormente se vio obligada a modificar y matizar, y finalizó con un acuerdo con las formaciones de la oposición.


DECISIONES ESTÉTICAS

Mientras, el nuevo alcalde de San Sebastián, Juan Karlos Izagirre, también proclamaba el cambio con decisiones estéticas como retirar el retrato del rey del salón de plenos y la bandera española de la sala de recepciones del Ayuntamiento, asistir a manifestaciones de la izquierda abertzale o acompañar a familiares de presos de ETA en las fiestas de Vitoria, junto con el diputado general de Gipúzcoa, Martín Garitano.

Del mismo modo, las primeras semanas de la gestión de Bildu al frente de la Diputación también estuvieron jalonadas de acercamientos al entorno de ETA, como la recepción que Garitano concedió a jóvenes procesados por su pertenencia a Segi, o el caluroso saludo que brindó a los familiares de los reclusos terroristas a las puertas de la Basílica de Loyola el 1 de agosto. Esta imagen se repitió el pasado 9 de septiembre en Aranzazu, donde la portavoz de la Diputación, Larraitz Ugarte, no entró al templo pero sí se manifestó junto a los familiares de los presos.

El 8 de agosto Bildu acudió a un homenaje a una víctima de ETA, Joxe Mari Korta, aunque no lo hizo el máximo mandatario de la Diputación, sino que comparecieron cargos forales militantes de Eusko Alkartasuna. Sí asistió la alcaldesa en funciones de Zumaia, la independiente Arritxu González. Del mismo modo, los ayuntamientos de San Sebastián y Tolosa, ambos gobernados por Bildu, rechazaron sendos ataques a monolitos erigidos en memoria de asesinados por ETA y sufragaron su reparación.

En sus manifestaciones públicas, Bildu ha apostado por el reconocimiento de 'todas las víctimas' y ha mostrado una sensibilidad especial por las del franquismo, mientras que a las de ETA las encuadra entre todas las producidas por el 'conflicto' vasco.

Mientras los cargos institucionales de Bildu marcaban perfil, los partidos de la oposición no han cesado de exigirles que concreten sus programas para gestionar Guipúzcoa y San Sebastián. Ambos gobiernos han coincidido en presentar una situación económica deficitaria y anunciar recortes de algunos proyectos heredados.

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