20D | ELECCIONES GENERALES

El debate sin Rajoy se pareció a un mitin sin simpatizantes

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photo_camera Pedro Sánchez, Pablo Iglesias, Albert Rivera y Soraya Sáenz de Santamaría durante el debate celebrado en Antena 3 en Madrid.

La vicepresidenta del Gobierno desaprovechó la ocasión de tomar impulso de cara al futuro

Hay momentos que pueden marcar el futuro de un político o de un país. Es necesario tener habilidad para no malograr la oportunidad cuando se presenta aunque sea de manera inesperada. Los focos del debate organizado por las cadenas de Atresmedia entre los candidatos del PP, PSOE, Ciudadanos y Podemos para presidir España apuntaban especialmente a Soraya Sáenz de Santamaría. La negativa de Mariano Rajoy a participar en el encuentro le brindó a la vicepresidenta del Gobierno la ocasión para tomar impulso de cara a un futuro no tan lejano, pero la número dos del PP no consiguió empañar la figura de su jefe de filas, que se encontraba en Doñana viendo el debate por televisión con su familia.

"Mariano Rajoy no está aquí porque el PP es un equipo amplio, tiene un líder y un número dos, somos muchos", disculpó Sáenz de Santamaría la ausencia en su intervención inicial. El candidato del PP sólo recibió un par de reproches de sus contrincantes electorales por negarse al enfrentamiento dialéctico, incluso Albert Rivera afirmó que "no voy a debatir con Rajoy porque no está aquí", después de señalar que su ausencia obedecía a casos de corrupción en el partido.

El debate electoral celebrado anoche no cumplió con las expectativas y permite que se pueda cuestionar la incidencia de este tipo de encuentros en la decisión de los votantes. Después de dos horas dio la impresión de que se había tratado de un mitin al que acuden los que ya están convencidos.

Pedro Sánchez, Albert Rivera, Pablo Iglesias y Soraya Sáenz no consiguieron hilvanar propuestas novedosas que les permitan pescar en caladero ajeno, se limitaron a repetir lo que vienen predicando desde hace dos meses sin grande sorpresas.

El candidato socialista proclamó que "los españoles no quieren cuatro años más a Rajoy en el Gobierno" y se mostró confiado en "protagonizar el cambio", aunque las encuestas no son tan estusiastas. Para hacerlo debería contar con el apoyo de Pablo Iglesias o de Albert Rivera, pero el líder de Ciudadanos insistió en que su partido "sale a ganar y no va a apoyar un gobierno de Mariano Rajoy o de Pedro Sánchez".

Los datos del empleo provocaron que Iglesias le pidiese a la vicepresidenta del Gobierno que "no tome a los ciudadanos por tontos", y Albert Rivera aprovechó el tema para repartir la culpa del paro entre el PP y el PSOE. El contrato único que pretende implementar Ciudadanos consiguió poner de acuerdo a Sánchez e Iglesias en el diagnóstico de que "propiciará que se abarate el despido".

La reactivación de la economía es un asunto capital para seguir garantizando los servicios sociales. Rivera pide un nuevo Pacto de Toledo para garantizar el sistema de pensiones, Pablo Iglesias cree que la solución del problema pasa por crear empleo y Pedro Sánchez abogó por la vía impositiva. La número dos del PP achacó el incremento del IRPF nada más llegaron a La Moncloa, desdiciendo lo que habían prometido en la pasada campaña, a la herencia recibida, pero se comprometió a "continuar con la rebaja fiscal después del esfuerzo que han hecho los españoles". Albert Rivera volvió a anunciar rebajas del IRPF y a activar un complemento salarial cuyo coste cifró en "7.800 millones de euros", a lo que Pedro Sánchez añadió "que no se van a poder bajar impuestos. Quien lo diga está mintiendo". La fórmula de Podemos estriba en "un impuesto progresivo para las rentas entre 60.000 y 300.000 euros o una bajada del IVA con el incremento para los productos de lujo".

Se escuchó un "sé fuerte, Luis" o "paga señor Monedero" cuando se abordó la corrupción, pero el debate se consumió con "calma", como pidió Iglesias varias veces. Quizá una ocasión perdida.

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