ENTREVISTA

Forges: "Hubo momentos en mi vida que incluso tuve que ir con guardaespaldas"

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El humorista gráfico Antonio Fraguas de Pablo, conocido como Forges, asegura haber tenido momentos difíciles en una época en la que había que evitar la violencia en los "estertores" del régimen franquista.

El humorista gráfico Antonio Fraguas de Pablo, conocido como Forges, asegura haber tenido momentos difíciles en su dilatada carrera que incluso le obligaron en ocasiones a ir con guardaespaldas en una época en la que había que evitar la violencia en los "estertores" del régimen franquista.

"Tuve que ir con guardaespaldas porque había gente que me quería pegar, pero no sabían dónde se iban a meter porque yo soy un tío extraordinario corriendo, es dificilísimo pegarme porque no llegas, corro más que ellos", bromea el autor gráfico.

En una entrevista con Efe Forges (Madrid, 1942) explica que en la etapa de la transición "había unas estructuras que eran los residuos fascistas del franquismo, y había unos grupos violentos que eran un poco la síntesis de lo peor de cada uno".

Cuenta que en una ocasión tuvo que salir de su casa vestido de fraile franciscano con el hábito de un amigo que estaba con él y el religioso con su ropa para no ser identificado.

"El franquismo era, de verdad, aparte de toda la cuestión política criminal y sangrienta, el reinado de la estupidez", sostiene, esta vez sin ninguna sorna.

Forges relata cómo un día, un frío domingo de noviembre, en la Puerta del Sol de Madrid, al pasar por la puerta de la Dirección General de Seguridad de la época, una ráfaga de viendo hizo volar la gorra a un policía armado.

"El policía tira de porra y se pone a correr detrás de la gorra, y yo me eché a reír, y por eso me detuvieron", explica divertido esta anécdota que ahora parece la descripción de una de sus viñetas.

Aclara, no obstante, que el humor gráfico nunca le ha generado enemigos, pero advierte de la existencia, como se puede ver en internet, de "una gran afición al anónimo amenazante".

"Me mandaron hace muchos años un anónimo que decía que sabían a qué guardería iban mis hijas y que les iban a borrar los ojos con lija, fíjate si hay que ser cenutrio, bestia y animal, pero escondido en el anónimo, por supuesto", comenta.

Forges ha participado esta semana en una charla organizada por el Centro Cultural Oscar Niemeyer, en Avilés, para hablar de su obra y de la importancia que la palabra tiene en ella.

No está conforme con la manida frase de que una imagen vale más que mil palabras: "Es mentira, eso es un vacile que nos hemos inventado los dibujantes y los fotógrafos, creo que una palabra vale por mil imágenes, dependiendo de la palabra que sea, claro".

En su opinión, "se puede hacer humor de todo, pero hay que tener el tiempo suficiente para utilizar la cantidad de neuronas necesarias, porque una patochada o una broma la hace cualquiera, pero decir algo formalmente serio, de una manera que hasta los propios afectados digan `jopé qué bien lo ha dicho pero nos ha puesto a caer de un burro`, eso es más complicado".

Asegura que todos los días se autocensura, desde que se levanta, pero "nunca jamás" se ha arrepentido de un dibujo.

"Yo he tenido diez o doce directores en toda mi vida, jamás ha habido uno solo que me haya dicho qué es lo que debo hacer o lo que no debo hacer; a los directores hay que acostumbrarles a que cojan el dibujo de un cajón, ahora del servidor, y lo metan sin mirarlo, y sepan que no les vas a hacer ninguna faena".

Sobre el futuro de la profesión y del periodismo en general, no es pesimista porque piensa que "lo importante es lo que se comunica no la forma de comunicar" y sostiene que el papel tampoco va a desaparecer totalmente, "será, digamos, una forma selecta de conservar la memoria cultural".

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