ENTREVISTA

La mujer catedrática más joven de España: "Para mí estudiar era divertido"

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photo_camera María Rosa Calvo.

Con tan solo 19 años se convirtió en la catedrática más joven de España

Con 19 años se convirtió en la catedrática más joven de España y en un ejemplo para las mujeres de su época. Ahora, con 71, María Rosa Calvo sigue dando conciertos de arpa, el instrumento que ha centrado una carrera profesional plagada de premios y en la que siempre ha hecho gala de su condición femenina.

"Para mí estudiar era divertido", asegura en una entrevista con la agencia Efe la arpista María Rosa Calvo, que acaba de ser reconocida por la Comunidad de Madrid con uno de los galardones de la edición de `Mayores magníficos`.

Un premio más de una larga trayectoria artística que empezó cuando sólo tenía cuatro años y se presentó al examen de ingreso para el Real Conservatorio Superior de Música de Madrid, después de que una profesora le hiciera una prueba ante la insistencia de su madre, que ya había detectado las aptitudes artísticas de la pequeña.

"Les debí hacer mucha gracia a los miembros del tribunal, a todo contestaba con un desparpajo enorme", cuenta.

Sacó un cero en el examen de cultura porque no sabía leer ni escribir, pero el de solfeo le salió "fenomenal" y con cinco años empezó las carreras de arpa, piano y ballet.

A pesar de su precocidad, no le gusta que le llamen niña prodigio porque dice que se ha pasado "toda la vida estudiando", pero haciendo un repaso por su biografía sorprende su nivel de formación y la rapidez con la que ha ido conquistando nuevos títulos.

A los 19 años, cuando se había mudado a París para seguir estudiando, se convirtió en la catedrática más joven de España al conseguir la cátedra de arpa del Real Conservatorio Superior de Música de Madrid.

Con la misma edad, aprobó la oposición con la que obtuvo la plaza de solista de arpa en la recién creada Orquesta Sinfónica de RTVE, donde entonces había cinco mujeres frente 105 hombres, un logro más que atribuye a su "disciplina" y a su gusto por el estudio.

La atención que empezó a recibir por parte de los medios de comunicación cuando fue catedrática le hicieron tomar conciencia de que era una mujer "especial" y una "referencia" para muchas de su generación en aquella época, en plena década de 1960.

"La mujer estaba sometida al hombre en todo, era muy difícil hacer una vida profesional", señala.

En su caso, en cambio, no tuvo ningún problema en formarse y desarrollar su trabajo gracias a las posibilidades económicas de su familia y al apoyo que le prestaron sus padres, pero principalmente su madre, que fue quien despertó su vocación llevándola a su primer concierto de arpa con tres años.

"Le prometió a mi abuela que si tenía una niña, sería arpista", recuerda.

Y así fue. María Rosa ha recorrido el mundo con su arte desde que debutó en 1976 en el Carngie Hall de Nueva York y fue condecorada por el Ayuntamiento de la ciudad como la mejor artista joven extranjera del año.

En su trayectoria musical, asegura que no ha tenido problemas por el hecho de ser mujer, aunque cree que ha podido influir que su especialidad fuera el arpa, un instrumento "femenino" en el que no competía con los hombres, así como el hecho de haber trabajado fundamentalmente como solista.

Premiada con la medalla de oro al mérito en las Bellas Artes, la conocida como la "dama del arpa" amplió su formación a otros campos al licenciarse en Filosofía y Letras y hacer dos doctorados, uno en Arquitectura y otro en Historia contemporánea.

María Rosa, con un único hermano, también músico, se sorprende de que ninguno de sus cuatro hijos ni de sus siete nietos se haya sentido atraído por esta profesión.

Echando la vista atrás, recalca la influencia que han tenido en su vida su madre y otras mujeres de su familia como su abuela y su bisabuela, todas ellas interesadas por el mundo del arte y con un carácter "muy feminista".

"Eran mujeres con unas ideas muy claras, muy firmes en sus convicciones y que creían que la mujer es un ser humano al hay que darle la oportunidad para que haga lo que quiera hacer y apoyarla", declara.

La arpista madrileña, que opina que las mujeres no deben tener "ningún tipo de limitación ni distinción" en razón de su sexo, siempre se ha sentido orgullosa de su condición femenina.

"Ejerzo de mujer con mucho gusto", afirma.

A sus 71 años, ya jubilada, continúa celebrando conciertos, más incluso que los que ofrecía cuando estaba en activo, lo que le convierte en una trabajadora incansable, como tantas otras que el próximo de marzo celebrarán el Día internacional de la Mujer.

"Me moriré y seguiré trabajando", concluye. 

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