PERFIL

Pablo Iglesias, entre el 15-M y el nuevo socialismo

Como asesor de IU en las autonómicas gallegas de 2012, Pablo Iglesias Turrión se quedó con una sensación: “Ahí salimos a ganar”

Como asesor de IU en las autonómicas gallegas de 2012, Pablo Iglesias Turrión (Madrid, 17 de octubre de 1978) se quedó con una sensación: “Ahí salimos a ganar”. Algo extraño en la izquierda española, acostumbrada a quedarse en un rincón clamando contra el capitalismo. Él quería otra cosa. Apasionado del ajedrez, con Podemos, Iglesias ha buscado siempre estar en el centro del tablero. Ya lo advirtió tras su irrupción en las Europeas, 1,3 millones de votos cinco meses después de la creación del partido: “Mi voluntad es ir a las Generales e intentar ganarlas”. 


El origen de todo está en su casa de la  sierra madrileña. En 2008, Iglesias creó junto a otros profesores de la Complutense (Errejón, Alegre, Bescansa, Monedero), la Promotora de Pensamiento Crítico, con el foco puesto en la necesidad de revisionar la Transición. El movimiento 15-M les señaló que iban por el buen camino. “¿Por qué no os presentáis a las elecciones?” decían con sorna desde parte de la derecha a los indignados. En Podemos estaba la respuesta. 


Pablo Iglesias_resultIglesias entendió como nadie la importancia de la tele. Con su músculo académico (tiene un currículum de 23 páginas, con dos carreras y varios másters), se preparaba metódicamente cada intervención en tertulias. Pronto se haría un rostro conocido en los platós. Ahí nació 'El Coletas'. Con una técnica similar a la que usa en las aulas (busquen en Youtube) apelaba a los desencantados con un relato que combina los códigos tradicionales de la izquierda y la realidad social actual. Krahe, pero también Juego de Tronos. Gramsci y 'Ocho apellidos catalanes'. Arriba contra abajo, el concepto de la casta y una ideología marcada desde el biberón (su abuelo fue represaliado, su padre militó en el comunismo y su madre tiene las raíces en CC.OO). 


Podemos pasa en el inicio del 2015 de ser la sorpresa a una alternativa de gobierno. La figura de Iglesias se polariza (Venezuela, Monedero, Syriza), a la vez que consigue poner al modelo de Estado ante el espejo. En el camino, Iglesias se quitó el piércing, se puso serio y moderó su discurso. Todo para llamar a la puerta de los votantes tradicionales socialistas. Ahí su mensaje no pierde filo; un populismo de izquierdas aderezado con la épica de la emoción. Esa que perdió hace unos meses (“estoy cansado”) y que recuperó en la 'remontada'. Su intervención final en el debate a 3+1 fue la prueba del algodón.

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