Sánchez, todo rojo menos los calzoncillos

El candidato del PSOE peleó esta mañana por el voto socialista en uno de sus bastiones, el cinturón industrial de Barcelona, donde lo ofrecieron hasta ropa interior.

Tradicional vivero de votos del socialismo barcelonés que peligra por el ascenso de C's y Podemos, Nou Barris ha sido el lugar escogido por Pedro Sánchez para su primer baño de masas en campaña, entre gritos de "presidente", compras de mandarinas y una foto que ha evitado: la de unos calzoncillos rojos que una comerciante querían regalarle.

No es trivial que Cataluña haya sido la primera parada de una campaña en la que Sánchez abandera la reforma constitucional como solución al conflicto territorial, como tampoco es casual el barrio elegido para entrar en contacto por primera vez con los votantes.

Nou Barris, uno de los distritos obreros más humildes de Barcelona y de los más castigados por los desahucios en toda España, ha sido tradicionalmente uno de los viveros de voto socialista, aunque los nuevos partidos emergentes hacen tambalear ese dominio y, de hecho, Ada Colau ya superó al PSC en las pasadas municipales, mientras que Ciudadanos lo hizo en las autonómicas de septiembre.

Por ello, acompañado de la cabeza de lista del PSC, Carme Chacón, el líder de los socialistas catalanes, Miquel Iceta, y la concejal en Barcelona Carmen Andrés -a quien se la conoce como la "alcaldesa de Nou Barris"- Sánchez ha querido recorrer sus calles durante una hora larga, hasta llegar al mercado de La Guineueta.

Ha sido a paso lento, porque a cada pocos metros, Sánchez era parado por personas en busca de un abrazo, una fotografía o simplemente para dirigirle unas palabras o explicarle sus problemas.

Un jubilado de Huete (Cuenca) le regalaba un par de estilográficas negras para "cuando seas presidente". "¡Es un detallazo!" le agradecía Sánchez con un abrazo. Carmen, una anciana que apenas le llagaba a la cintura, echaba a llorar tras saludarle. "Me he emocionado -explicaba a Efe-, mi marido murió y era muy socialista, le hubiera gustado este momento".

A pocos metros, una madre explicaba a su hijo que ese hombre alto era "un político, una persona como nosotros". Pero quienes de verdad enloquecían eran un grupo de escolares que saludaban a Sánchez desde la terraza de la escuela infantil "Grey". "¿Sacáis buenas notas? ¿Hacéis los deberes?", les preguntaba desde lejos, mientras todos respondían con un "¡Sííí!" al unísono.

La expectación, eso sí, se ha desatado al llegar al mercado de La Guineueta, donde varias decenas de personas le han recibido entre gritos de "presidente". Mercado que, curiosamente, fue diseñado por el arquitecto Daniel Mòdol, ahora concejal del PSC en Barcelona.

Ya en su interior, entre la marabunta de cámaras que le acompañaban, Sánchez ha ido recorriendo los pasillos del mercado, saludando a los compradores sorprendidos por la situación o las tenderas que se disputaban los "selfies" de recuerdo.

El premio gordo, sin embargo, ha sido para dos fruteras, Roser y Eva, que han visto como el candidato entraba a saludarlas a su mostrador y se han convertido durante unos minutos en el centro de atención de cámaras, focos y flashes. Ellas le han correspondido con una bolsa de mandarinas que, tras mucha insistencia, Sánchez ha conseguido que aceptaran que las pagase.

Solo ha rehusado una sola fotografía en todo ese rato. Ha sido cuando al pasar junto una lencería, una comerciante le esperaba moviendo rítmicamente la cintura, con un sensual calzoncillo rojo, tipo "bóxer" en las manos. "Esa foto no la quiero", ha exclamado Sánchez.

Situación incómoda que ha esquivado hábilmente antes de marcharse de un barrio cargado de obsequios, aunque quizás el más útil sea el consejo que le ha dado un hombre anónimo: "Tienes que hacer algo, porque si no, los jóvenes y los jubilados se irán a otros partidos", le ha dicho. A lo lejos, y sin demasiado ruido, un expositor de Ciudadanos repartía trípticos con la cara de Rivera.

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