El Supremo condena a un gitano por dejar desnudo al novio de su hermana en un descampado

El Tribunal Supremo ha condenado a una persona de etnia gitana por un delito contra la integridad moral al obligar al novio de su hermana a quedarse desnudo después de llevarle a un descampado con el propósito de que rompiera la relación. Dicho comportamiento, según la Sala, supone un trato degradante, que humilló a la víctima y le causó un 'indudable sufrimiento psíquico'.
El Alto Tribunal anula así la sentencia de la Audiencia
Provincial de Barcelona y no consideró que hubiera una vejación grave de su dignidad personal. También condena a Manuel Vázquez de Sa por detención ilegal, amenazas y malos tratos.

Según explica la Sala de lo Penal, el hecho de obligar a
despojarse de toda su ropa a una persona no acostumbrada a ello, como suele ser lo habitual, 'constituye en sí mismo una conducta especialmente vejatoria para la víctima, al quedar completamente desnuda ante el acusado y la menor que le acompañaba'.

Además, la víctima se vio privado de sus prendas, dado que se las llevó el acusado, abandonado en un descampado, fuera de la ciudad y sólo pudo conseguir algo de ropa cuando encontró una fábrica, que le prestaron algunas prendas.

El tribunal recuerda en su sentencia que algo propio de estas vejaciones graves son las novatadas, tales como obligar a una persona a desnudarse en público, a masturbarse en presencia de terceros, o a atentar contra sus propios valores ideológicos, morales o religiosos.

También recoge una sentencia del Tribunal Europeo de Derechos Humanos en el caso Irlanda contra Reino Unido que recoge entre estos tratos inhumanos o degradantes el hecho de mantener encapachudados a los detenidos, hacerles permanecer continuadamente
contra una pared en una postura distorsionada y dolorosa por varias horas, someterles a un ruido monótono y continuo, no consentirles dormir e imponerles una dieta de una rabanada de pan y un vaso de agua cada seis horas.

En el ambito militar, se destacan algunas de estas conductas típicas, como cortar al rape el pelo de una persona, ensuciar su cuerpo con inmundicias, hacerle comer excrementos, vestir ropa ridícula o acosar un pequeño grupo de personas a un compañero apocado. 'En definitiva, en todos los casos, se trata de conductas en las que destacan las notas de humillación o envilecimiento que, en suma, vienen a suponer la reducción de la víctima a la categoría de cosa'.

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