CAPACIDADES REDUCIDAS

Voto adaptado: La asignatura pendiente de la democracia

Algunas personas tienen dificultades para ejercer un derecho fundamental como el sufragio.
photo_camera Algunas personas tienen dificultades para ejercer un derecho fundamental como el sufragio.

Un gesto tan habitual como ir a votar un domingo electoral no lo es tanto para personas con discapacidad. Los accesos a algunos colegios aún son un impedimento.

Mañana de elecciones: salir de casa, preferiblemente al mediodía para después de votar cumplir con el vermú. Un plan fácil sobre el papel pero que para las personas con alguna discapacidad puede no ser tan sencillo porque, pese a lo que dice la ley, aún quedan colegios electorales sin adaptar.

"En otras ocasiones hemos tenido casos de personas a las que han tenido que subir en volandas a las urnas porque no había otra manera, con el riesgo que eso conlleva", critica Javier Font, presidente de la Federación de asociaciones de personas con discapacidad física y orgánica de Madrid (Famma), que acaba de lanzar una página web para que denuncie cualquiera que detecte una barrera que pueda poner en riesgo el derecho a voto.

Según deja claro Leonor Lidón Heras, delegada del Cermi Estatal para la Convención de Naciones Unidas y los Derechos Humanos, la norma dice que los espacios electorales tienen que ser "accesibles", como especifica el manual que su institución ha elaborado para que personas con discapacidad conozcan sus derechos a la hora de votar.

Por ello, Lidón Heras no comprende cómo aún las televisiones muestran, elecciones tras elecciones, estampas como aquella en la que el presidente de la mesa electoral tiene que bajar la urna a la calle para que alguien pueda votar porque no puede acceder a su espacio electoral.

"Hay que cambiar la mentalidad de la sociedad", señala la experta, quien explica que el camino para que todos podamos votar sin esquivar barreras pasa por mejorar en tres aspectos: tener en cuenta el diseño para todos, la accesibilidad universal y poder realizar adaptaciones concretas cuando sea necesario.

El diseño para todos, quizá la solución que evitaría más problemas por sí misma, se refiere, como explica, "a tener en cuenta la diversidad, a todas las personas en todas las circunstancias" a la hora de configurar un escenario -en este caso electoral-. Por ello, diseño para todos y accesibilidad universal van de la mano.

"Evidentemente el político no se da cuenta de que sistemáticamente le sacamos los colores con esta situación en cada proceso electoral", carga Font, quien confiesa sentirse tratado como parte de un colectivo de "ciudadanos de tercera".

La reclamación de estos colectivos, por ahondar en el tema, no viene del aire, sino que está recogida en el artículo 21.1 de la Declaración Universal de Derechos Humanos de las Naciones Unidas, en los apartados a y d del artículo 25 del Pacto Internacional de Derechos Civiles y Políticos o en el artículo 29 de la Convención Internacional de los Derechos de las Personas con Discapacidad, aprobada por la ONU el 13 de diciembre de 2006.

Pese a ello, los problemas siguen ahí y, como indica Lidón Heras, quizá se puedan deber a que "la accesibilidad hasta hace poco no se entendía como un requisito para la igualdad y no discriminación", sino que era casi más un criterio que podía adoptar o no cada institución y del que no se veía que su falta discrimina.

España ratificó la Convención Internacional de los Derechos de las Personas con Discapacidad en 2007, y en 2008 entró en vigor esta obligación que parece que no todos los ayuntamientos cumplen.

Font, en este sentido, indica que en los colegios electorales del centro de Madrid, los lugares de voto suelen ser accesibles. Sin embargo, conforme el colegio se aleja de la almendra central, votar puede complicarse.

"Madrid tiene complicaciones, pero si las comparamos con las del extrarradio, eso es como estar en el tercer mundo", expresa de una forma muy gráfica el presidente, quien determina que los más afectados por las barreras en los colegios electorales son aquellos electores con dificultades de movilidad.

"Nos encontramos con que no podemos ejercer nuestro derecho al voto secreto, ni aunque intentemos coger una papeleta de cada partido para despistar porque las cabinas no están adecuadas, ni una sola", confirma Font, quien también admite que después de elevar las quejas recogidas en esta materia, la administración suele atenderles.

Pese a ello, y a que se consiguen adaptar algunos centros, aún hay gente que ante la posible odisea que puede suponer acudir a votar, decide quedarse en casa.

"Los datos cuantitativos los desconocemos, pero hay gente que deja de ir a votar porque se le complica mucho", suscribe Font en una afirmación que pone en duda la plena integración de las personas con discapacidad -ya sea de movilidad, visual, auditiva o intelectual- en la jornada bandera de la democracia, el día de las elecciones.

Aún falta un mes para el momento de votar, hay tiempo para solucionar estos problemas, pero cada vez queda menos.

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