CATALUÑA

Y ahora, ¿qué pasa en Cataluña?

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photo_camera El presidente catalán, Artur Mas (3i), el cabeza de lista de Junts pel Sí, Raül Romeva (i), el presidente de ERC, Oriol Junqueras (4i) y la integrate de la candidatura Carme Forcadell (5i). (ALBERTO ESTÉVEZ)

Con la misma solemnidad con la que protagonistas de la campaña de las elecciones catalanas han adornado algunas obviedades que han formado parte de sus discursos y argumentos, hoy todos ellos podrían proclamar que después del 27 de septiembre llega el 28.

Con la misma solemnidad con la que protagonistas de la campaña de las elecciones catalanas han adornado algunas obviedades que han formado parte de sus discursos y argumentos, hoy todos ellos podrían proclamar que después del 27 de septiembre llega el 28.

Es ahí donde comienza una nueva etapa para la relación entre el Gobierno central y el de la Generalitat. Una nueva fase marcada por la fotografía que han deparado las urnas en Cataluña y que no se corresponde con una imagen de llegada, sino que representa una instantánea de salida para un largo recorrido.

Se trata de un maratón ante el que la candidatura de Artur Mas, a la espera del recuento definitivo, se ha quedado a seis diputados de la mayoría absoluta y tendrá que completarla usando el comodín de la CUP para, con los 10 representantes obtenidos por esta fuerza política, intentar llevar a la práctica su hoja de ruta independentista.

Es lo que el president había avanzado que haría aunque, tal y como ha ocurrido, las candidaturas independentistas no sumaran el 50 por ciento de los votos.

Pero antes de que Mas sea quien lidere el proceso tendrá también que convencer a los dirigentes de la CUP para que, frente a sus declaraciones en campaña, permitan su investidura.

Sea quien sea quien pilote el proyecto, la respuesta del Gobierno central está cantada: Cualquier paso hacia un proceso de secesión sería respondido de inmediato con un recurso ante el Tribunal Constitucional que tendría todos los visos de prosperar.

Mariano Rajoy ha advertido de que deben perder toda esperanza los que crean que existe la más mínima posibilidad de negociación con las aspiraciones independentistas, no les dará tregua y será contundente con todo lo que suponga alejarse del cumplimiento de la ley.

Es lo que vino a certificar el pasado viernes la vicepresidenta Soraya Sáenz de Santamaría cuando al ser preguntada por la actitud que tendrá el Gobierno con quien salga investido president, garantizó el diálogo pero sin salirse de las líneas que delimita la Constitución.

Además, Rajoy ha querido cerrar resquicios por los que veía que se podían colar los propósitos secesionistas llevando adelante, pese al rechazo de toda la oposición, una reforma de la ley del Tribunal Constitucional que se votará el próximo jueves en el Congreso y que permitirá hacer efectivas sanciones a Mas en caso de desobediencia a las decisiones de esta institución.

Se trata de un arma más que el Gobierno afirma que espera que no se tenga que aplicar porque todos cumplen la ley, de la misma forma que se limita a recordar que el artículo 155 de la Constitución, que permite la suspensión de una autonomía, está ahí, pero rechaza entrar en elucubraciones sobre la posibilidad de tener que echar mano del mismo en función de la evolución de los acontecimientos.

"Sólo se responde a hechos", es la máxima gubernamental ante la marcha hasta ahora del debate soberanista y ante lo que pueda ocurrir a partir de hoy.

Así las cosas y más allá de primeras batallas o simples escaramuzas para dejar patente la posición de cada cual, parece que el diálogo entre el Palacio de la Moncloa y el de la Generalitat está abocado a un compás de espera de, al menos, tres meses.

Es el tiempo que resta para conocer el resultado de las elecciones generales y la identidad de quien presidirá durante los próximos años las reuniones del Consejo de Ministros.

Será a partir de entonces cuando se empezarán a despejar dudas sobre la posibilidad de que se abra una reflexión en torno a una reforma constitucional, de que se inicien las negociaciones para cambiar el sistema de financiación autonómica, de que la ruta independentista suavice sus pretensiones con dosis de realismo o de que se consume el choque de trenes.

Dos convoyes en los que los catalanes se han repartido hoy en dos mitades evidenciando una brecha que condicionará el futuro de la política en este territorio y en toda España, ya que las propuestas para intentar restañar la herida van a ser uno de los ejes de los programas sobre los que los votantes tendrán que pronunciarse el 13 o el 20 de diciembre.

La cercanía de esos comicios dificulta acercamientos en torno a Cataluña entre partidos como PP y PSOE que hoy han perdido apoyos en las elecciones.

Pero el Gobierno confía en que Pedro Sánchez apoyaría las medidas que tuviera que adoptar si se van haciendo realidad hitos del desafío independentista.

El horizonte que se divisa tras la jornada de hoy requerirá mucho "seny" y grandes dosis de algunas de las palabras a las que ante los más diversos asuntos ha apelado Rajoy durante la legislatura: sensatez y sentido común.

Es indudable que la jornada de hoy ha sido histórica. Pero aún queda mucho para el final de esta historia. 

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