El debate entre el presidente y el líder de la oposición se zanjó en un tono agrio de reproches mutuos entre ambos estadistas

Zapatero se emociona al despedirse, pero sin irse, y ataca con dureza al PP

El presidente del Gobierno, José Luis Rodríguez Zapatero (Foto: BALLESTEROS)
El debate sobre el Estado de la Nación mostró la doble vertiente del presidente del Gobierno.
Su intervención de la mañana fue básicamente económica, centrada en la situación del país, los logros alcanzados y el camino hacia la salida de la crisis. Un discurso de una hora de duración, muy técnico, pero que conseguía emocionar a José Luis Rodríguez Zapatero en las últimas frases cuando reconocía que era su último Debate de la Nación. Por la tarde, apareció un Zapatero político, ocurrente, cáustico y hasta burlón con el líder de la oposición, al que llegó a acusar de falta de lealtad y de anteponer su ambición personal a los intereses del país.

El presidente del Gobierno comenzaba el debate con un recuerdo a las últimas víctimas de Afganistán para luego centrarse en la situación económica del país recordando que se estaba produciendo una lenta recuperación, aunque demasiado débil como para conseguir la creación de empleo neto. Rodríguez Zapatero definió el triple eje de la línea política puesta en marcha por el Ejecutivo: las reformas para acelerar la transición de un modelo productivo que no funciona a una economía más flexible y competitiva; la austeridad para recuperar la confianza de los mercados; y la cohesión social para evitar que muchas personas se queden en el camino.


EJECUCIONES HIPOTECARIAS

Así, entre los grandes anuncios de su discurso destaca la decisión del Gobierno de aprobar nuevas medidas de protección a las personas afectadas por procedimientos de ejecución hipotecaria, pero que a la vez sean compatibles 'con los imperativos de seguridad jurídica y de solvencia de las entidades prestatarias', una difícil fórmula que buscará el equilibro entre el derecho a la vivienda y los intereses de los bancos. Además, también avanzó una propuesta que realizará el Gobierno a las CC.AA. en el próximo Consejo de Política Fiscal y Financiera que se celebrará a finales de julio para fijar un techo de gasto similar al que se va a aprobar para el Estado y los ayuntamientos. Y un tercer anuncio, centrado en las políticas sociales, para recordar que en 2011 se destinarán 180.000 millones de euros, frente a los 50.000 del año 2004.

Entre los aspectos a los que más atención prestó en su intervención también se encontraba la reestructuración del sistema bancario, que aunque 'menos expuesto a los productos tóxicos de la ingeniería financiera', había sufrido las consecuencias del desplome del sector inmobiliario. Zapatero calificó al sector bancario como 'sobredimensionado', aunque reconoció que se había avanzado mucho al reducir de 45 a 18 el número de cajas en 2010. Añadió que en estos momentos hay 12 entidades que precisan 15.000 millones de euros, pero dijo que 'sólo unas pocas' precisarán de fondos públicos.



INTERCAMBIO DE REPROCHES

Si durante su primera intervención el presidente del Gobierno había mantenido un tono didáctico en su discurso, el tono cambió radicalmente tras las valoraciones del líder de la oposición Mariano Rajoy a quien acusó de falsedad al aportar datos de la situación económica que se alejaban de la realidad. Zapatero y Rajoy se enzarzaron en una guerra de datos jaleados por sus respectivos partidos que obligaron al presidente del Congreso a llamar la atención a varios diputados.

Rodríguez Zapatero calificó a Rajoy como 'el perro del hortelano' que 'ni apoya ni propone nada'. Además, le acusó de carecer de criterio y de comparecer en la Cámara sin programa, ni alternativas. Sin embargo, el tono más agrio del discurso fue cuando le reprochó que hubiera falseado 'a sabiendas' los datos de riqueza, desarrollo y deuda de España. Finalmente, desechó la petición de Rajoy para convocar elecciones anticipadas al tiempo que vaticinó que volvería a perderlas.

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