ZP SE DEBILITA EN UN AMBIENTE DE FIN DE CICLO

Difícil entender cómo ha preparado el presidente de Gobierno el debate del estado de la Nación. Muy difícil, porque solo provocó el entusiasmo de los suyos cuando dio caña a Rajoy, ni un aplauso en cambio cuando explicó cómo veía él la nación y qué proyectos tenía en cartera hasta el final de la legislatura.
Emocionó las filas socialistas cuando pronunció sus palabras de despedida, de agradecimiento a los apoyos recibidos en estos años, de respeto, de afecto. Pero en el resto de su intervención dejó helados a los diputados socialistas que se sentaban en un helador hemiciclo –se quejó Miguel Sebastián, siempre pendiente del aire acondicionado- y solo calentó los ánimos y logro aplausos encendidos cuando aparentemente rabioso –tenía razones, desde luego- intentó rebatir las acusaciones que le había hecho Rajoy que, para resumir, podríamos decir que le dio hasta en el carnet de identidad. Intentó rebatir, porque se quedó en intento, Zapatero no logró desmentir los datos que ofrecía el líder de la oposición, únicamente decía que eran falsos y estaban tergiversados, y salió Rajoy a continuación para insistir reiterando las cifras que había adelantado… y que pertenecían a organismos oficiales.

Aparte de que lo tenía fácil Rajoy, porque es indudable para cualquier español, para cualquiera, que el estado de la nación es peor ahora que hace un año, cualquier español sabe las dificultades para encontrar empleo, conseguir un crédito, cobrar una deuda o llegar a un acuerdo con el banco para que aplace el pago de una hipoteca.

Rajoy, una vez más, utilizó un lenguaje llano, coloquial, de la calle, que todo el mundo entiende. Sorprende que Zapatero no consiga hacerlo, se enreda en una terminología que está bien para su tan admirado G-20, pero que no cala. No cala aunque le aplaudan unos diputados que, en su desesperación, necesitan aplaudir para ver si así encuentran ánimos con los que hacer frente a una situación que les supera porque el presidente de gobierno va en caída libre hacia el abismo y arrastra a todo su equipo y al partido detrás.

Zapatero cometió múltiples errores en el debate. El lenguaje desde luego, pero también la falta de realismo, la presentación de medidas que interesan a muy pocos, la reiteración en propuestas que ha repetido hasta la saciedad en los último años… y Bildu. Ni una palabra sobre un asunto que preocupa, y mucho, a infinidad de españoles, que se sienten engañados y angustiados. Y que además de no advertir ningún tipo de reacción del Gobierno ante la ocupación de las instituciones y la calle por parte de los filoterroristas, encima se encuentran con que el presidente no menciona el asunto en su discurso sobre el estado de la nación, como si no tuviera la menor relevancia.

Los socialistas se animaron en la réplica del presidente a Rajoy. Necesitaban encontrar ese punto tras la desazón –muy evidente- con que dejaron el hemiciclo tras escuchar a Zapatero por la mañana. Varios no tenían empacho en confesar que no habría vuelta al Congreso en septiembre, que se acababa el curso, que Zapatero no tendría más remedio que convocar elecciones cuanto antes, que quizá se lo anunciaría al Rey en el mes de agosto en Marivent. Eso decían.

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