Una actividad que se realiza “in extremis' y no exenta de riesgos

El traslado de órganos para el trasplante constituye una actividad que se lleva a cabo, bien sea por aire o carretera, 'in extremis', y se trata de una tarea que nunca está exenta de riesgos.
El proceso comienza cuando hay un hospital con un posible donante, en cuyo caso se pone en contacto con la Organización Nacional de Trasplantes (ONT). A continuación, la ONT localiza cuál es el receptor más adecuado y, una vez identificado, deciden cuál es el método de transporte para el órgano.
Para distancias cortas se utiliza habitualmente la ambulancia, mientras que el avión, como fue en el caso del accidente de ayer cerca del aeropuerto compostelano de Lavacolla, se emplea para trayectos superiores a las dos horas. Los aviones pertenecen a empresas que colaboran con la ONT, y una vez localizado el aparato más próximo, el personal de enfermería agiliza los trámites administrativos. Hasta este momento, el proceso se prolongó durante dos horas. El caso de tratarse, como ayer, de un órgano vital, un equipo médico procedente del hospital receptor suele trasladarse al lugar donde se encuentra el donante para participar en la extracción y recibir ese órgano.

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