Las aguas más frías de toda España bañan el litoral de las Rías Baixas. Su temperatura habitual en la temporada estival se acerca a los 20 grados y no es incluso más baja gracias a su contacto con el sol. Es el peaje que deben pagar los bañist

En aguas cada vez más frías

La temperatura del agua en las islas Cíes, en las Rías Baixas, oscila en superficie entre los 11 y los 14 grados, muy lejos de la de las aguas del Caribe. (Foto: X)
Existe un Caribe gallego? No. Rotundamente, no. Aunque algunas madres, reconvertidas en embajadoras de sus respectivas parroquias y más vehementes que muchas concejalas de turismo, insistan en comparar los arenales de las rías gallegas con las playas centroamericanas. El Atlántico no es el Caribe y basta meter el pie en el agua para despejar la mínima duda.
Ni en semanas como la reciente, cuando la ola de calor empuja hacia el litoral, alcanza niveles que induzcan a la confusión. La temperatura del agua en las Rías Baixas no supera los 19 grados y solo en el litoral lucense, lejos de cualquier sensación caldosa, supera los 22 grados en esta época del año. Son registros que distan mucho de los 28ºC de las aguas que bañan las calas de Menorca o lo 29º de la costa levantina.


INVESTIGACIONES

El enfriamiento de las aguas gallegas guarda una estrecha relación con el llamado afloramiento, que se produce como consecuencia del empuje que ejercen los vientos del Norte y Nordeste sobre las aguas superficiales de la zona costera hacia el interior del océano; en ese movimiento es donde se produce el afloramiento de aguas más profundas y frías. Empujadas también por la fuerza que ejerce la rotación del planeta, hasta el borde litoral llegan aguas desde profundidades comprendidas entre los 100 y los 300 metros que, además de frías, son más ricas en nutrientes.

Investigadores del Centro Oceanográfico llevan desde 1994 realizado mediciones en diferentes puntos de la ría de Vigo (mar adentro, en las proximidades de la costa y en la plataforma continental) para analizar la evolución de la temperatura y la salinidad de sus aguas. Los registros realizados en estos dieciocho años permiten comprobar un ascenso medio de 0,06ºC en las temperatura de las aguas superficiales. En mayor contraste se registra en el borde exterior de la plataforma continental; los registros realizados desde el buque J.M. Navaz cuantifican un descenso de 0,11 grados cada año.

El estudio, dirigido por José Manuel Cabanas y publicado por las revista Climate Research, relaciona el calentamiento de las aguas con la reducción en la intensidad del afloramiento de aguas profundas. 'Además del proceso de calentamiento global y la variabilidad de los vientos del norte, lo determinante en este aumento de las temperaturas es la disminución del afloramiento', apunta. 'El calentamiento de las aguas empuja fuera de la ría a algunas especies, que migran en busca de temperaturas más bajas. Al tiempo que éstas van hacia el norte, al litoral gallego llegan peces y cefalópodos cuyo hábitat se situaba en el sur de la costa portuguesa'.

La capa superficial es tres veces menos rica en nitratos que las aguas profundas que las sustituyen tras el afloramiento y, gracias a la alta carga de nutrientes, aumenta la productividad y aporta riqueza al pescado y marisco de las rías gallegas.

Investigadores de las tres universidades gallegas, que participaron en un proyecto común sobre las evidencias e impactos del cambio climático en Galicia, constatan una continua reducción de las nortadas en el último medio siglo. 'Baja la intensidad y desciende el período de tiempo favorable a los vientos del norte'.


RENOVACIÓN EN LAS RÍAS

Y este fenómeno coincide con una caída en el número de afloramientos. Según los redactores del informe Cligal, las rías tardan en renovarse el doble de tiempo que en 1965; estiman en 20 días la duración actual del ciclo. Los afloramientos, que en los años 60 se observaban de abril a noviembre, se concentran ahora entre los meses de mayo y septiembre. Son casi 80 días menos de afloramientos.

Esta variación no ha afectado a la calidad del marisco de las rías gallegas porque no tienen ningún problema de alimentación y, apuntan investigadores del CSIC, sólo surgirían problemas en caso de que se mantuviese la tendencia y el descenso de nutrientes alterase la disponibilidad de provisiones de las aguas.

Agosto, en los días posteriores a una fuerte nortada, es temporada alta de afloramientos. Aunque el agua estos días mantiene los 19 y 20 grados en la franja atlántica, la temperatura puede caer hasta los 15 o 16 en cuestión de días. Fuera de estas oscilaciones notables queda el litoral de la Mariña Lucense que, en día de nordés, se mantiene por encimas de los veinte grados gracias a la influencia que ejercen las aguas cálidas procedentes del Golfo de Vizcaya.

El anticiclón de las Azores, que tanta influencia tiene sobre la meteorología gallega, también ejerce su fuerza en los afloramientos costeros. 'Altera la trayectoria del viento del norte hasta el punto que su trayectoria sur traza una diagonal, moviendo las aguas hacia la derecha de la dirección en la que sopla el viento'.

Los estudios históricos sobre la variación de temperatura en las rías gallegas se limitan a aguas superficiales y apuntan un incremento en la temperatura durante las últimas décadas. La media es un grado superior a la de hace 50 años, pero las Rías Baixas siguen siendo las más bajas. Además de beneficiar la alimentación de la fauna marina y la calidad del marisco, las bajas temperaturas mantienen lejos del litoral gallego a medusas y otros organismos habituales, por ejemplo, en la costa mediterránea. Además de mantener las rías como zonas libres de medusas, la frialdad de las aguas colabora en la prevención de mareas rojas y contribuye a la limpieza de focos contaminantes.

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