Albor, en su 31 aniversario como pte. de la Xunta: 'Tengo juventud acumulada'

Xerardo Fernández Albor (Foto: Archivo EFE)
Xerardo Fernández Albor es un filósofo que igual habla de la guarnición de la empanada gallega que de su estreno en política, con la constitución, un día como hoy de hace 31 años, del primer gobierno autonómico de Galicia: 'aunque ha pasado tiempo, tengo juventud acumulada y sigo en la actividad'.
Aquel gabinete, del que habla, lo formaban el 22 de enero de 1982 Xosé Luis Barreiro (Presidencia), José Manuel Romay Beccaría (Vicepresidencia), Juan Corral (Trabajo), Carlos Otero (Economía), Ramón de Vicente (Industria), Ramón Díaz (Pesca), Francisco Cacharro (Educación), Hernández Cochón (Sanidad), González Dopeso (Justicia), Mario Carreño (Ordenación del Territorio), Filgueira Valverde (Cultura), Ángel Villanueva (Turismo) y Xaime Rey (Agricultura).

'Yo estoy como si tuviese 40 ó 50 años, hecho un chaval', cuenta a Efe Albor, y declara lo orgulloso que se siente de haber presidido la Xunta: 'para mi es un honor enorme el haber representado a mi pueblo y haber hecho todo lo posible por él. Aquello cambió mi vida, pasé de médico a político tardío'.

Él pensaba que para ser político había que formarse en Derecho o Económicas, no en Medicina y Biología, entonces y ahora sus pasiones. 'En aquella época también eras muy respetado si eras canónigo, pero en eso sí que nunca he pensado', ironiza.

Se levanta siempre a las ocho de la mañana, aunque está despierto desde dos horas antes, trabaja con afán porque 'es un modo único de estar feliz' en el Consejo Consultivo o en las actividades que programa la Fundación La Rosaleda -él fundó el complejo policlínico compostelano-, participa en las 'ponencias y entrevistas' en las que se requiere su presencia, y lee, 'porque hay que informarse de lo que pasa en el mundo'.

Para vivir en democracia solo hay una receta, apostilla: 'hay que preocuparse por la política y la libertad, si no hay convivencia política, una democracia fracasa', apunta, y confiesa que echa de menos un mayor entendimiento entre los grandes partidos en asuntos que son cruciales, y 'un mayor respeto'.

Que encabezase la lista de Alternativa Popular se fraguó en el último día, cuando estaban a punto de cerrar las listas. Su mujer Asunción Baltar Tojo, 'Chon', de la que está 'enamoradísimo' al instante le dijo: 'Es tu deber'.

El mentor de Fernández Albor fue el intelectual Ramón Piñeiro, que quería que el galleguismo fuese un sentimiento que habitase con holgura en todas las ideologías, y 'yo era más bien lo que se llama de derechas'.

'Así se fraguó el participar, por obediencia a Ramón Piñeiro y por responsabilidad, su tesis era real y acertada', subraya. 'El galleguismo es una responsabilidad ante tu gente, y la puedes llevar a cabo amando a una tierra por su paisaje, cultura y gastronomía, luchando por su empresa, y comprometiéndote en el desarrollo de sus gentes'.

Gallego por nación, español por historia y europeo por cultura, es como se ve Fernández Albor, eurodiputado durante una década, de 1989 a 1999, y cuya mirada ahora está puesta en 'los Estados Unidos de Europa', que 'llegarán claramente, esto no lo tenemos todavía, pero hemos avanzado mucho', y en la Comunidad gallega, que gobierna 'un chico muy bueno, que habla con todo el mundo y se preocupa por la gente y por resolver sus problemas. Alberto (Núñez Feijóo) es espléndido, y, ojo, no es que solamente gane'.

'Es distinto ganar que merecerlo, y él se lo merece. Cicerón decía que prefería que le preguntasen por qué no tienes estatua a por qué tienes estatua, y eso también pasa en política', puntualiza Albor.

En la juventud actual aprecia una falta de interés por la política, 'les interesa el deporte y pasarlo bien, la mayoría pasan de la política, y para vivir en democracia hay que preocuparse por ella, insisto, leer, escuchar, tomar decisiones...'.

La lectura es una de las pasiones de este ferviente admirador de los textos de Álvaro Cunqueiro, al igual que el deporte, 'pero ya no practico', bromea, o los viajes, 'aunque soy consciente de mi edad y sé que no debo'.

Los homenajes hacen que se sonroje: 'que te quiera la gente sí te gusta, pero me da un poco de vergüenza'. En todo caso, son 'mejores en vida que póstumos', apostilla, y recuerda 'esos grandes entierros de médicos', que compara con la política, 'porque sucede lo mismo'.

Liberal, cristiano y humanista, Fernández Albor cree en el perdón acompañado del olvido, en los 'hombres pausados' y en la 'lealtad del gallego, una raza leal por naturaleza'. También en la sensatez económica y en la vitalidad, 'porque el que es joven lo es siempre'.

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