CRÓNICA

Amargo final para los polizones de Vigo: “Prefiero morir antes que volver"

photo_camera Uno de los polizones grita de desesperación, al ser bajado del petrolero en Vigo custodiado por policías (VICENTE)
Los tres jóvenes fueron repatriados a Guinea Conakri desde Vigo tras ser bajados del petrolero por la Policía entre gritos de desesperación para evitar el regreso forzoso que ninguno deseaba 

La historia de los tres polizones de Guinea Conakri que embarcaron hace más de un mes en un petrolero danés rumbo a Europa terminó este miércoles con su repatriación desde Vigo. La naviera del “Harald Maersk”, tras doce días de trámites, consiguió autorización de la Subdelegación del Gobierno para enviar de vuelta a los pasajeros clandestinos por Peinador.

El avión, fletado por la compañía, y en el que viajaban seis empleados de Maersk para custodiar a los polizones, salió con retraso. A última hora, el desembarco se hizo esperar porque faltaba en llegar un documento, la garantía de la embajada del país africano de que autorizarían la entrada de sus súbditos una vez pisara tierra el vuelo  desde Vigo. Sin dicha garantía, que finalmente se obtuvo por la mañana, la repatriación no hubiera podido llevarse a cabo, confirmaron fuentes de la Subdelegación, puesto que existía el riesgo de que tuvieran que regresar de nuevo al buque si se les prohibía la entrada en Guinea Conakri.

Una vez resuelto el último escollo, la Policía Nacional recibía el visto bueno y nueve agentes accedían al petrolero para hacer efectivo el desembarco de los polizones,  que pasaron los doce días desde la llegada del barco a Vigo, aislados en camarotes separados.

Engrilletados, para evitar su huida, y sujetos cada uno por tres agentes con mascarillas y guantes, los jóvenes africanos abandonaban el petrolero entre gritos de desesperación y resistiéndose a tener que volver a su país. 

Los dos primeros ocuparon un mismo furgón. En su interior, pataleaban e insistían con los gritos cada vez más desgarradores, mientras los agentes trataron de calmarles. Chapurreando en inglés, el último en bajar, repetía un “Dios mío” con gesto de dolor y rabia, mientras preguntaba a los agentes por su dinero y sus pertenencias, que le serían devueltas en el avión.

Los tres, muy jóvenes, mostraron el temor a regresar a su país y corroboraron lo que uno de ellos había dicho al intentar fugarse durante la estancia del barco en Vigo: “Prefiero morir antes que volver”. Finalmente, no hubo alternativa.

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