SUCESO

El cangués que murió tras pegarse un tiro disparó primero a la Guardia Civil

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photo_camera La Guardia Civil recogió ayer pruebas en la casa donde se atrincheró Miguel A. Vilarinho (arriba).

El hombre se atrincheró en la casa de su expareja con una escopeta y una veintena de cartuchos

Miguel Ángel Vilarinho disparó varios cartuchos contra la Guardia Civil antes de pegarse un tiro que le provocaría la muerte algunas horas después en el hospital Álvaro Cunqueiro, adonde fue trasladado. El hombre tenía una orden de alejamiento de su expareja desde el  27 de abril, después de que sorprendió a la mujer en su coche  donde intentó coaccionarla para que retomara la relación amenazándola con cortarse el cuello con un cutter.

En la noche del pasado domingo el fallecido logró colarse en la vivienda de su expareja sentimental por la puerta trasera -que forzó y a la que le rompió el cristal-, donde la esperaba armado con una escopeta de caza con los cañones recortados.  Sobre las nueve y media, la mujer llegó a su domicilio y vio la entrada abierta, por lo que temiendo que pudiera ser Miguel Ángel llamó a la Guardia Civil.

La patrulla que se trasladó a la casa, situada en la avenida de Lugo, hizo una inspección ocular sin encontrar nada que levantara sospechas. Pero cuando los dos agentes se disponían a abandonar la casa, uno de ellos escuchó un ruido procedente del tejado, por lo que subieron al ático.

Al abrir la puerta de un baño, uno de los integrantes de la patrulla se encontró al hombre apostado en su interior que le apuntaba con la escopeta. Los rápidos reflejos del guardia permitieron que cerrara nuevamente la puerta sin que Miguel Ángel pudiera reaccionar, buscando los guardia civiles un lugar seguro desde donde le conminaron a que depusieran su actitud. El fallecido gritó: "No voy a tirar el arma". 


Ante esta situación, los agentes solicitaron el apoyo de más patrullas, congregándose en la zona hasta nueve vehículos de la Guardia Civil, que crearon un perímetro de seguridad de unos cincuenta metros alrededor de la vivienda para intentar minimizar los riesgos.  

La situación se alargó durante una  hora y media llena de tensión en la que especialistas del Instituto Armado intentaron mediar para que Miguel Ángel saliera de la casa. Algo que no lograron pese a que llegaron a intervenir familiares del fallecido para que se tranquilizase y entregase el arma. Al filo de la medianoche el sonido de un disparo sobresaltó a los numeroso vecinos que se habían congregado en la avenida de Lugo.

Los agentes se acercan a la casa y acceden al interior por la puerta principal y se encuentran a Miguel Ángel tirado en el suelo boca arriba y sangrando abundantemente por el hombro izquierdo, donde había recibido el disparo a bocajarro que él mismo se había disparado.

Mientras uno de los guardias intenta presionar la herida para parar la hemorragia, el otro avisa a los servicios de emergencia. Los servicios médicos estabilizan al herido y lo trasladan urgentemente el hospital Álvaro Cunqueiro, donde quedó internado bajo custodia policial, falleciendo horas después como consecuencia de las graves heridas sufridas como consecuencia del disparo.  

El arma, una escopeta de caza con los cañones recortados, fue localizada por la Guardia Civil junto al cuerpo del herido. En el registro que se efectuó seguidamente en la vivienda se encontraron 22 cartuchos del calibre 12 milímetros en el dormitorio de la expareja. La  munición estaba sobre una cómoda y perfectamente colocados para poder ser cargados en el arma. El Instituto Armado califica los hechos de violencia de género.  

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