Estudian los riesgos sanitarios asociados a los animales muertos, que pueden causar a quienes los manipulan ceguera o invalidez

Cazadores gallegos negocian con las aseguradoras un seguro para víctimas de accidentes de tráfico provocados por animales

El presidente de la Unión de Tecores e Cazadores Galegos (Unitega), Florencio Blanco, aseguró que se encuentran negociando con las compañías aseguradoras una 'especie de seguro a todo riesgo, pero parcial' que cubra a los conductores víctimas de accidentes de tráfico en los que intervengan especies cinegéticas.
En declaraciones al inicio de las X Jornadas por los Derechos de la Caza que tienen lugar en Santiago, Blanco explicó que se trata de que las compañías ofrezcan una cobertura subsidiaria complementaria para conductores que transiten por zonas de caza mayor, de modo que su posible responsabilidad quede cubierta 'en caso de que el conductor vaya circulando bien'.

El debate sobre quién debe pagar los daños en estos accidentes de tráfico se abrió a partir de la entrada en vigor en 2005 de una ley que instituyó una triple responsabilidad. Por una parte, del propietario de la vía ante una posible mala señalización o falta de visibilidad causada por la maleza; del conductor, en caso de exceso de velocidad y conducción bajo los efectos del alcohol u otras sustancias; y del tecor si está en período de caza.

'Antes el responsable era siempre el tecor', indicó el presidente de Unitega, quien consideró 'necesario' el citado seguro porque 'si la carretera está bien, el conductor va bien y en el tecor no hay caza, los daños del accidente no se pueden imputar a nadie'. En este sentido, el presidente de la Sección 6 de la Audiencia Provincial de A Coruña, Angel Pantín, quien participó como ponente, consideró que los seguros deben 'solventar' la falta de cobertura de un conductor 'que puede quedar impedido tras toparse con un jabalí en carretera en mitad de la noche'.

En su intervención en estas jornadas, Pantín abordará las modificaciones legislativas en este ámbito y los criterios interpretativos que siguen los tribunales para dirimir responsabilidades en los accidentes de circulación; así como del aumento en las primas de los seguros derivadas de las decisiones judiciales.

ENFERMEDADES

Otro de los puntos de las jornadas son los riesgos sanitarios asociados al disfrute del campo, especialmente, desde la perspectiva de la caza. El presidente de la Asociación del Corzo Español (ACE), Gerardo Pajares, aludió al incremento de enfermedades contagiosas de carácter grave que pueden causar invalidez y ceguera, así como bajas médicas que, para algunos colectivos, pueden representar enfermedades profesionales.

'Estas enfermedades son emergentes, aunque no por nuevas, sino porque su incidencia era poco o nada conocida ni siquiera por los facultativos médicos', explicó Pajares e incidió en la necesidad de que los profesionales las conozcan y también su sintomatología para que, en el caso de que las contraigan, acudan al médico y le indiquen la posible causa.

Además, lamentó que estas patologías 'muchas veces no se diagnostican bien', por lo que no hay registros oficiales que permitan evaluar una casuística. 'No se diagnostican bien porque presentan síntomas pseudogripales, lo que hace que se traten como gripes, y se cree que al desaparecer la sintomatología se han curado', explicó a la vez que alertó de que la enfermedad 'continúa dentro y puede ocasionar incapacidades a largo plazo'.

También se refirió a las enfermedades relacionadas con los animales una vez cazados, puesto que éstos son 'reservorios de enfermedades, por lo que hay que tratarlos con cautela'. En cuanto a los peligros derivados de este tipo de carne, descartó riesgos en la población debido a las regulaciones con las que cuenta la carne para su comercialización.

No obstante, advirtió de que en el consumo doméstico hay que llevar a cabo tratamientos térmicos de frío y calor para evitar riesgos y contagios de enfermedades. 'No es un problema grave en el conjunto del país, pero sí hay que tenerlo en cuenta', defendió y apostó por que se respeten los tiempos y temperaturas de cocción y, en el caso de que la carne se quiera comer cruda o poco hecha, haya estado congelada durante al menos un mes por debajo de los 20 grados.

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