El 80% de los alumnos matriculados en ciclos formativos de FP encuentra trabajo en los seis meses posteriores a la finalización

De clase al trabajo sin pasar por la cola del paro

Los centros de formación profesional de Galicia mantienen unos elevados registros de inserción laboral del alumnado. Las matriculaciones no han dejado de crecer en los últimos años y este curso ya ha iniciado las clases de FP más de 34.000 estudiantes, superando por primera vez el número de alumnos de bachillerato. El 80% de los matriculados en estos ciclos formativos encuentra trabajo en los seis meses posteriores a la finalización de los estudios.
No se siente un bicho raro, pese a que es la única mujer de la clase. Ni por se mayor que el resto de sus compañeros. Ni por cambiar las investigaciones en un laboratorio por las clases el un ciclo medio de Formación Profesional. Natalia Fernández, licenciada en Física por la Universidad de Santiago, está finalizando la tesis y este año ha decidido compatibilizar sus trabajos de investigación en la facultad con los estudios de FP.

‘Buscaba la aplicación de unos conocimientos previos, adquiridos durante la carrera y los estudios de doctorado. La de FP me parecía una buena oportunidad; consulté a los profesores cual era la opción más recomendable: ¿ciclo medio o superior? Como estoy especialmente interesada en los aspectos prácticos de la electricidad y, al mismo tiempo, busco una posible salida profesional, me recomendaron el ciclo medio’, explica.

Muchos de sus compañeros de facultad intentan ganar méritos en los departamentos para prolongar su trayectoria investigadora. Otros acumulan horas ante la pantalla del ordenador para reconducir su trayectoria y convertirse, con el permiso de los informáticos, en programadores. A Natalia no el gusta eso. ‘Una licenciada en Física tiene muchas dificultades para encontrar trabajo de lo suyo’, apunta. ‘Hasta ahora me había dedicado en exclusiva a hacer la tesis, pero no es fácil consolidarse en el campo de la investigación; durante mucho tiempo estás tra bajando sin recibir un euro y, por si fuese poco, resulta casi imposible conseguir la estabilidad como investigadora’.

Sus argumentos son tan sencillos como contundentes. ‘En el mundo laboral real, creo que es mucho más útil un ciclo medio que muchas carreras universitarias. Los estudios de FP abren nuevos campos y permiten conocer los diferentes trabajos; aunque no adquiera experiencia profesional directa, adquiero conocimientos técnicos muy útiles para mi futuro. Lo que recibimos en la facultad se queda, en muchas ocasiones, en la teoría’.

Esa conexión con el mudo laboral se aprecia en cada clase del CEIFP Politécnico de Santiago. Las antenas de televisión ocupan la parte trasera de un aula de Electricidad, en la que tampoco faltan circuitos, enchufes y bombillas. Los alumnos de Madera trabajan como carpinteros desde la primera semana del curso. Las instalaciones de Automoción mejoran las prestaciones de muchos talleres. Es el centro de formación profesional de la ciudad con más alumnado y el que cuenta con una mayor oferta formativa; y, lo más importante, ha consolidado unos elevados niveles de inserción en el mercado laboral.

Conexión al mundo laboral


‘Cada vez existe una mayor conexión entre la realidad del centro y la realidad de la empresa, hasta tal punto que la incorporación del alumnado al mundo laboral es casi inmediata’, explica José Manuel Leis, director del Politécnico de Santiago.

Preparan a los estudiantes para que salgan de las aulas convertidos en trabajadores cualificados, sin necesidad de formación adicional ni períodos de pruebas. Las piezas encajan y en centro cumple con sus objetivos. Lo aprecian, y lo valoran, alumnos y empresas. ‘A nosotros nos gusta presumir de que en muchas especialidades no conseguimos cubrir las plazas ofertadas por las compañías porque hay menos estudiantes que puestos demandados por los empresarios’, explica José Manuel Leis. ‘El alumno percibe que está en una realidad muy próxima a la que se va a encontrar cuando vaya a trabajar. Todo el conjunto de la formación, no sólo la específica de cada materia, favorece la inserción laboral. Esto hace que las matriculaciones aumenten, especialmente en tiempos de crisis’.

Los alumnos del CEIFP Policlínico de Santiago no sólo se preparan para incorporarse a la plantilla de una empresa, sino que también reciben formación adecuada para el autoempleo. ‘Los estudiantes llegan con unas expectativas muy altas y la posibilidad de poder montar su propia empresa es una posibilidad muy interesante en tiempos de crisis’, indica el director. ‘El Bachillerato peca de ser excesivamente teórico y estar dirigido hacia otras metas, no hacia el mercado laboral; obliga a ir a la Universidad o a un ciclo superior de FP para incorporarse luego a un centro de trabajo. Con la formación que reciben en este centro, la adquirida en el centro de trabajo y algo de experiencia laboral es más que suficiente para crear una empresa propia’.

La adecuación a la demanda del mercado laboral y la implicación de las empresas son un factor determinante

Hasta hace unos años era impensable que la mitad del alumnado cursase Formación Profesional. Mientras en otros países europeos como Reino Unido optaban por esta vía el 77% de los jóvenes, la medida gallega rondaba el 35%. La adecuación de la oferta formativa a las demandas del mercado laboral, la implantación de nuevas tecnologías y la implicación del sector empresarial han sido factores claves para que se produjese el cambio de tendencia.

Los alumnos de FP son por primera vez más que los de bachillerato. Este curso se han matriculado 33.895, un 8,5% más que el año pasado, frente a los 32.191 del ciclo preuniversitario. La Consellería de Educación atribuye a la crisis económica el incremento de la demanda de ciclos; la presión por encontrar un trabajo es cada día mayor y las estadísticas revelan que ocho de cada diez titulados de FP encuentran empleo durante los primeros seis meses.

Otro factor clave para que las matriculaciones llegasen a registros históricos es la inclusión en la FP de los 2.487 alumnos que cursarán programas de cualificación profesional inicial para jóvenes que no logran sacar el graduado en ESO.

Garantía social


Hasta el curso pasado esos estudiantes se agrupaban en programas de garantía social, que ahora han dejado de existir. ‘Esos programas no otorgaban título alguno y con el nuevo planteamiento intentamos capacitar a los jóvenes para que acaben consiguiendo una titulación’, apuntan en Educación.

El Bachillerato encadena ocho descensos consecutivos en las matriculaciones (49%) y el alumnado de FP crece por segundo año consecutivo hasta el 51%, pero las cifras siguen lejos de la media europea: seis de cada diez jóvenes optan por la formación profesional en al UE.


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