Los coches viejos ya no van al cementerio

El 90% de las piezas de los coches fuera de uso pueden reciclarse. Los vehículos abandonados son residuos peligrosos y han de desmantelarse cumpliendo con las normativas ambientales. Los turismos accidentados y los rechazados por el mercado de segunda mano ya no están condenados al olvido en los desguaces.

La normativa ambiental obliga a trasladarlos a centros especializados en el tratamiento de residuos peligrosos, como el ubicado en el polígono de As Somozas. Lo primero que hacen los empleados de VFUS Armonía es descontaminar el coche para convertirlo en un residuo industrial, retirando aceites, combustibles y otros fluidos.

Eliminado el peligro, colocan el coche en la línea de desmontaje. ’Es lo mismo que una línea de fabricación, promovida por Henry Ford hace un siglo’, pero a la inversa, explica Luis Espiñeira, gerente de Armonía. Este sistema de trabajo en cadena permite reciclar más de veinte mil vehículos al año en esta planta gallega que ha llevado hasta los extremos la filosofía que Fiat puso en marcha en los noventa; la compañía italiana, después de separar los plásticos y las fibras textiles de los asientos, consiguió convertirlos en nuevas alfombrillas, embellecedores y carcasas para el interior del automóvil.

’La normativa vigente obliga a reciclar el 85% de los componentes del vehículo, pero en As Somozas ya podemos garantizar unos niveles de recuperación del 90%. Esto nos convierte en una planta modélica en Europa’, presume Espiñeira. Frente a los cementerios de coches y los desguaces de carretera de otros tiempos, Armonía garantiza un tratamiento adecuado de los residuos peligrosos (filtros, bacterias, chatarra, anticongelantes o líquidos de freno) y una correcta clasificación de los componentes tras su separación.

Segunda mano

Las piezas extraídas son etiquetadas y revisadas por los mecánicos antes de distribuirlas en contenedores. De ahí a la reutilización o al mercado de segunda mano; la exportación y venta al por mayor de piezas de coches usados es el destino de muchos vehículos desechados. Lo que aquí nos sobra, lo aprovechan en África, Latinoamérica y Oriente Medio.

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