El viento puede trasladar la polución a miles de kilómetros de distancia del lugar donde se genera

La contaminación no conoce fronteras

El aire no respeta las aduanas y, con independencia del lugar en el que se genere la contaminación, se traslada por la atmósfera y afecta a países vecinos; España y Portugal trabajan en el diseño de un modelo ibérico único. Un equipo de la Universidad de California, a iniciativa de un investigador gallego, estudia el nivel de polución y analiza la posibilidad de que los gases de las térmicas de Galicia llegan hasta las islas británicas. Otro grupo de científicos ha identificado 35 episodios de contaminación por ozono en Galicia; cuyo foco está en la mayoría de los casos fuera de la comunidad autónoma.
Para cualquier estudiante de Química es un sueño compartir laboratorio con Sherwood Rowland, que en 1995 recibió el Nobel por haber descubierto, junto con Mario Molina, el agujero de la capa de ozono. Ricardo Suárez fue alimentando ese sueño hasta que pudo convertirlo en una realidad. Solicitó una beca de la Fundación Pedro Barrié de la Maza para realizar su estancia predoctoral en la Universidad de California e incorporarse al equipo de Serwood Rowland y Donald Blake, el grupo de referencia mundial en el estudio de contaminación.

Una de las líneas de investigación del centro estadounidense pretende determinar el efecto de los vientos de arrastre en la polución. Varios proyectos habían verificado que la columna de airee Chica alcanza la costa californiana, por lo que Suárez planteó la posibilidad de estudiar la contaminación transfronteriza en el Atlántico. ‘Si eso ocurría en la Costa Oeste estadounidense, es posible que las emisiones liberadas por las chimeneas de las centrales térmicas gallegas acabe depositándose en Irlanda o Gran Bretaña. Es algo que ya se habían planteado en el pasado y que, aprovechando la tecnología disponible, se puede retomar en este momento’.

Toma de muestras

Ricardo Suárez aprovechó sus vacaciones navideñas para recoger muestras en latas de acero inoxidable con capacidad para dos litros de aire. Definió 24 puntos de análisis en los que no se registrasen interferencias para evitar la mezcla de gases.

En la interpretación de los datos cuenta con la colaboración del grupo de Química Orgánica de la Universidad de Santiago, que también le podría prestar su apoyo en una segunda fase de la investigación que ampliará el campo de muestreo a 120 puntos repartidos por las cuatro pro vincias gallegas. No es el único equipo del campus compostelano que se ha interesado por este asunto. El Grupo de Modelización Ambiental estudia la contaminación por ozono para intentar crear un modelo que permita prever el comporta miento fisico-químico de las emisiones atmosféricas y sus efectos sobre la contaminación fotoquímica. Este equipo de investigación identificó 35 episodios de contaminación por ozono en Galicia entre 2002 y 2008. El 74% de los casos se corres ponde con emisiones importadas de otros lugares y que, por tanto, tienen su foco fuera de Galicia.

‘El impacto ambiental se genera en nuestra comunidad como consecuencia de los movimientos de masas’, explica el profesor Juan José Casares Long, coordinador del proyecto. ‘Esta contaminación procede del litoral atlántico gallego-portugués, de la Meseta Central o del norte de España. Y el 26% restante se corresponde con episodios autóctonos, derivados de la actividad en Galicia’.

Los estudios de impacto ambiental en el aire se basaban hasta ahora en los contaminantes primarios, los que se emiten directamente en los procesos industriales. La incorporación de nuevos combustibles, como el gas natural, obliga a analizar los contaminantes secundarios que surgen como consecuencia e la emisión de otros compuestos primarios.

Formación del ozono

El ozono no se emite de forma directa por la actividad humana, sino que se forma cuando otros contaminantes precursores (como los óxidos de nitrógeno emitidos por vehículos y todos los procesos industriales que usan combustibles fósiles) y compuestos orgánicos volátiles de origen natural se someten en el aire a reacciones fotoquímicas. ‘Estas reacciones no son instantáneas y, además, los movimientos del aire transportan a sus precursores, de forma que la contaminación se produce lejos de la fuente de emisión’, indica Juan José Casares.

El hecho de que algunas poblaciones no industrializadas se vean afectadas demuestra la complejidad para establecer la relación causa-efecto. El equipo de la Universidad de Santiago, integrado por ingenieros químicos, físicos y químicos, pretende aportar una metodología que incorpore los contaminantes secundarios, especialmente el ozono, en los estudios de la calidad del aire.

La crisis permite cumplir el protocolo de Kioto

Las emisiones de gases efecto invernadero de las principales empresas contaminantes de Galicia, las responsables del 80% de las cuotas asignadas, cayeron a finales de 2008 hasta niveles que le permiten a Galicia cumplir con los objetivos de Kioto. Acumulan un descenso próximo al 40%.

Sólo cuatro de las grandes plantas rebasaron las toneladas asignadas: la fábrica de Cementos Cosmos de Ourol, la central de Endesa en As Pontes y las dos de Fenosa en Sabón. Emitieron casi dos millones de toneladas de CO2 por encima de las asignadas por el Ministerio de Medio Ambiente para el año pasado (5,9 millones).

Galicia terminó 2008 con menos emisiones de las permi tidas porque las principales fuentes contaminantes han apretado el cinturón y la actividad industrial se ha frenado como consecuencia de la depresión económica. El alto precio del petróleo, el descenso en el consumo y el elevado coste de la tonelada de CO2 en el mercado también han favorecido el descenso de las emisiones.

La rebaja en el conjunto de España fue del 8 por ciento, la mayor desde que en 1990 comenzó a aplicarse la contabilidad de los gases efecto invernadero. Es una bajada histórica para nuestro país, que se había convertido en uno de los principales incumplidores del Protocolo de Kyoto.

España, pese al balance positivo de 2008, sigue lejos de los compromisos adquiridos. Para 2012 cuando expira el tratado, solo puede emitir un 15% más de lo que vertía a la atmósfera en 1990 En la actualidad supera el 42% y quedan solo tres años para recortar los 27 puntos de desfase.




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