POLÍTICA / GALICIA

El desencanto de Anxo Quintana

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photo_camera Anxo Quintana en una foto de archivo.

La gran pregunta no es por qué se ha marchado ahora el exvicepresidente de la Xunta del BNG, sino por qué no lo ha hecho antes, ya que ha recibido más muestras de cariño y respeto fuera que en su propia casa. 

Sucedió el pasado 1 de marzo, pero pudo ser mucho antes. Los cimientos del BNG llevan tiempo tambaleándose, pero la renuncia de Anxo Quintana como militante después de la decimoquinta Asemblea Nacional celebrada en A Coruña empaña cualquier declaración sobre la apertura de la fuerza frentista a la sociedad. La baja silenciosa de 'Quin' supone para Ana Pontón, la nueva portavoz nacional, una carga mucho más pesada para seguir a flote que la renuncia a través de las redes sociales de Carlos Aymerich un día antes. También es más difícil de explicar. El exalcalde de Allariz, exportavoz nacional del BNG, exsenador y exvicepresidente de la Xunta en el Gobierno bipartito representa o representaba un nacionalismo centrado en los problemas reales de la gente con aspiraciones a ser fuerza mayoritaria en Galicia y no quiere ya ningún tipo de protagonismo.

No deserta del nacionalismo, pero tampoco tiene la intención de alistarse en otra trinchera política más allá del trabajo ideológico para mejorar el futuro de es ta tierra, como afirmó en su carta de renuncia.

¿Por qué se va entonces ahora Quintana del BNG si no es para enrolarse o promover otro partido? No suelta prenda. "Tomei a decisión de non falar e non quero facer ningún tipo de declaracións porque non é pertinente", responde cuando se le intenta sonsacar alguna palabra sobre una decisión que no pretendía que adquiriese notoriedad. Y se mantiene inflexible, aunque una relación periodística de más de una decena de años permiten descifrar el arcano casi sin riesgo de equivocación. La gran pregunta es por qué no se ha marchado antes, ya que lleva mucho tiempo recibiendo más muestras de cariño y respeto de los de fuera que de los de su propia casa.

Seguramente Anxo Quintana se ha cuestionado en muchas ocasiones qué pintaba, aunque fuera de foco, en un proyecto en el que no era bien recibido o era recibido con murmullos. Quizá aguantó por lealtad o porque albergaba la esperanza de que algún día el BNG decidiese apostar por un nacionalismo con una carga de utilidad más fuerte que la ideológica. Primero el pan o la traída de aguas, después ya hablaremos de autodeterminación, como pensaría cualquier alcalde con pegada electoral.

El pasado año intentó mover el avispero impulsando la plataforma Somos Nós para fortalecer el debate y con esa intención continúa, aunque que cuaje esa fuerza nacionalista con la que sueña, con aspiraciones a ser la más votada, es una tarea complicada en este momento. Sumergirse en la Marea no le tienta en absoluto porque su ola ya ha pasado, y su proyecto es netamente nacionalista.

Con sus aciertos y errores, que también los cometió, el desencanto de Quintana es en cierta manera comprensible. Quizá su baja sea un alivio. ¿Para todos? 

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