El puñado de grandes empresas responsables de las principales emisiones contaminantes en Galicia intentan paliar los daños con la incorporación de innovadores métodos.

A grandes males ambientales, insuficientes gestos empresariales

Vista nocturna de la factoría de Ence en Pontevedra. (Foto: ARCHIVO)
El último mapa de la contaminación en Galicia es el dibujado por el Registro Estatal de Emisiones y Fuentes Contaminantes (PRTR) de 2008, el último año disponible. Ese el documento que han tomado como base los investigadores de la Universidad de Santiago coordinados por el catedrático de Biología Ramón Varela para actualizar datos e intentar dibujar una radiografía de la situación en Galicia.
Según las estimaciones de este equipo de científicos, de las factorías ubicadas en la comunidad gallega salen el 9,03% de las emisiones industriales contaminantes de España. Es una cantidad superior a la que le corresponde atendiendo a criterios poblacionales, superficie demográfica o grado de industrialización. Y para muestra, un botón: el 67% de los perfluorcarbonos, gases efecto invernadero más nocivos que el CO2, que se emiten en España proceden de chimeneas gallegas.

'No hay que introducir cambios radicales para reducir las altas emisiones, basta con aplicar verdaderos criterios de eficiencia energética', apunta el profesor Varela Díaz. 'Habría que actuar sobre ese grupo de reducido de empresas que son las grandes contaminantes. Podrán seguir produciendo lo mismo y, por un coste adicional que debería ser asumible, conseguirán reducir a la mitad sus niveles de contaminación'.

Los grupos ecologistas gallegos llevan años denunciando que cinco industrias emiten el 80% del dióxido de carbono y metano: la central térmica de As Pontes, la refinería de petróleo Respol YPF de A Coruña, Alcoa de San Cibrao, la central de ciclo combinado de As Pontes y la Central Térmica de Sabón. A este grupo hay que añadir la papelera Ence de Pontevedra, que consigue mantener los niveles gracias a la planta de cogeneración de biomasa que suministra electricidad.

Esas seis factorías lideran, además, la tabla de emisiones de dióxido de azufres, óxidos de nitrógeno, metales pesados, cadmio, cobre, mercurio, plomo, zinc y otras partículas. Las grandes industrias, no más de una veintena de factorías, son las principales emisoras de polución, pero sus responsables aseguran cumplir con una normativa que en los últimos años se ha endurecido, pero lo cierto es que una quinta parte de las partículas que se emiten en España salen de las plantas gallegas. El planeta padece los efectos, pero los primeros que pagan los excesos son los que viven en las localidades más próximas: asma, tos, bronquitis, expectoración, problemas respiratorios, arritmias o infartos.

ARTEIXO, CASO PARADIGMÁTICO

Las preocupaciones de los vecinos varían en función de las emisiones de la industria que tienen más próxima, pero hay caso especiales. En el municipio coruñés de Arteixo, tienen tres grandes motivos porque tienen tres grandes focos de contaminación: la central térmica, la planta de Ferroatlántica y la refinería (parte del complejo petrolífero que Repsol tiene en A Coruña se asienta en terrenos que pertenecen al ayuntamiento de Arteixo).

'Tres de las veinte industrias más contaminantes de Galicia están en nuestro concello y esto es motivo de preocupación', lamenta la portavoz del BNG, Silvia Seixas. 'Pese a la elevada actividad industrial que soporta Arteixo, el municipio lidera los índices de paro de la comarca y casi de la provincia'.

La térmica que Gas Natural tiene en Sabón había duplicado el nivel de emisiones asignado y libera casi tres toneladas de metales pesados. Es una cantidad importante, pero inferior a la que emite Repsol; la refinería es la primera emisora a la atmósfera de níquel, un metal pesado altamente contaminante. Y, además, de las grandes chimeneas también salen a diario gases que provocan el efecto invernadero.

¿Y que hacen las grandes compañías para minimizar el impacto de sus emisiones? Algo hacen, pero no parece suficiente. La refinería que comparten A Coruña y Arteixo ha logrado reducir un 40% en 2010 las emisiones de gases imprevistas, según indica el último informe de responsabilidad corporativa de Repsol. Lo ha logrado gracias a una técnica que combina cámaras infrarrojos con detectores FID para localizar emisiones y actuar con la mayor celeridad.

'Nuestras principales emisiones a la atmósfera son, además de los gases de efecto invernadero, el dióxido de azufre, óxidos de nitrógeno, compuestos orgánicos volátiles no metálicos y, en menor medida, monóxido de carbono', reconoce Repsol en el informe de responsabilidad corporativa. 'Las principales fuentes de emisiones son los procesos de combustión en refinerías y actividades de exploración y producción. Las emisiones fugitivas, las imprevistas, se producen en actividades del proceso de refino'. ?Además de emitir medio millón de toneladas menos de CO2 y rebajar la liberación de partículas un 27% respecto a 2008, Repsol ha introducido el gas natural como combustible más limpio. La refinería coruñesa trabaja en estos momentos en la adaptación de sus sistemas de gestión energética a los requisitos que marca la Unión Europea y desarrolla un plan para disminuir el consumo de agua y potenciar su reutilización en la factoría.

Viejos yacimientos que pasan a ser lagos artificiales

El agua dulce del Río Eume fluye sin descanso hacia el enorme boquete abierto por la mina de lignito que Endesa explotó durante décadas en As Pontes. Poco queda del yacimiento. Desde que en junio de 2008 empezó la operación de llenado ya están embalsados más de quinientos millones de metros cúbicos de agua. El lago está ya por encima del 90% de capacidad y, si se cumplen las previsiones de la compañía, estará completo antes de que finalice este año.
Cuando se cubran los 8,7 millones de kilómetros cuadrados de yacimiento, con profundidades superiores a los doscientos metros en varios puntos, el lago de As Pontes se convertirá en la segunda reserva de agua de Galicia (547 hectómetros cúbicos frente a los 655 de Belesar). Los informes de Augas de Galicia, que cada año realiza más de dos mil analíticas para controlar 22 parámetros, certifican la potabilidad y la calidad del agua con la que la eléctrica intenta cubrir el impacto ambiental causado durante décadas.
Endesa tiene la obligación de regenerar el hueco de la mina y el 1995 presentó un proyecto, cuyo presupuesto ronda los 35 millones de euros, que incluía la transformación de escombros y la restitución del régimen hídrico (alterado durante tres décadas por el desvío del cauce original de cinco ríos para evitar la inundación del yacimiento).

posibilidades turísticas

El lago de As Pontes ya toma cuerpo y los vecinos ya empiezan a creer en las posibilidades turísticas de un proyecto que contempla escolleras y más de cuatro mil árboles para proteger el entorno de las corrientes de aire. Una arenal de 370 metros de longitud se convertirá en la playa, que se levanta sobre más de cien millones de metros cúbicos de áridos, que se ofrece como un lugar preferente para la práctica de deportes náuticos. En los próximos veranos ya estará operativo el muelle de amarre para embarcaciones de recreo y el observatorio de aves.

El agua cubrirá completamente la mina de Endesa a finales de este año, probablemente antes de que se complete el llenado del otro gran lago artificial que está en camino: el de Meirama. Dieciséis vaguadas y cursos fluviales conducen el líquido hasta el yacimiento de Cerceda desde la primavera de 2008 para intentar cubrir un boquete cuya longitud máxima supera los dos kilómetros por 800 metros de ancho. La cota máxima será de 187 metros y, si se cumplen las mediciones de los técnicos, la cantidad de agua embalsada superará los 150 millones de metros cúbicos.

La restauración de la mina de Cerceda cubrirá unas doscientas hectáreas, casi una cuarta parte del lago de As Pontes, y se realiza tras varios estudios geotécnicos sobre el posible impacto de la masa líquida en el entorno. Las proyecciones sobre la calidad del agua aconsejaron cubrir los residuos de carbón con arcilla para garantizar su salubridad y combatir la acidez.

La transformación de las minas de Meirama y As Pontes ofrecerán una alternativa turística a estas comarcas marcadas durante décadas por el humo de las chimeneas, pero también producirán leves alteraciones en los microclimas locales: mayores posibilidades de nieblas y moderación en las temperaturas. Esos son los cambios que llegarán en los próximos años, otros ya se han producido en el ecosistema de Cerceda en el pasado reciente.

La restauración de 350 hectáreas y la reforestación de terrenos asociados a la escombrera de la mina ha modificado el censo de fauna en la zona: liebres, ovejas, anfibios, reptiles y aves aprovechan este espacio alejado de la presión humana y de los riesgos de la caza.

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