FIN DE AÑO 2020

El nacionalismo vuelve en Bloque

Ana Pontón, dirigente del BNG, durante un acto electoral.
photo_camera Ana Pontón, dirigente del BNG, durante un acto electoral.
El BNG lidera la oposición mientras el rupturismo firma un retroceso inesperado al quedarse sin representación  

Días antes de que Galicia eligiese a sus representantes en el Parlamento, la candidata del BNG, Ana Pontón, reclutó el apoyo de destacados dirigentes que habían abandonado la casa común del nacionalismo como Anxo Quintana, vicepresidente de la Xunta durante el Gobierno bipartito, Carlos Aymerich, diputado y portavoz parlamentario del BNG entre 2005 y 2013, Xoán Antón Pérez-Lema, secretario xeral de Relacións Institucionais de la Xunta de 2007 al 2009, Manuel Antelo, exalcalde de Vimianzo, o militantes de Compromiso por Galicia como Rafa Cuiña, exalcalde de Lalín, o Xosé Mosquera, candidato a la Alcaldía de Ourense.

Fue el preludio de lo que sucedería el 12 de julio como venían anunciando las encuestas, con el BNG convirtiéndose en la primera fuerza de la oposición al conseguir 19 diputados y firmar otro "sorpasso" al PSOE. El éxito del BNG contrarrestaba con el fracaso del llamado rupturismo, que cuatro años antes lideraba la oposición al empatar a catorce escaños con los socialistas pero sumando un número mayor de votos. Ana Pontón batía los registros conseguidos por Xosé Manuel Beiras en las elecciones de 1997 mientras el proyecto emprendido precisamente por el histórico dirigente nacionalista en 2012 con Alternativa Galega de Esquerda entraba en barrena al quedar sin representación en el Parlamento de Galicia. 

La fragmentación de En Marea, con la salida de la política del magistrado Luís Villares que había liderado con zancadillas la formación instrumental durante los últimos cuatro años en el Parlamento, y el espacio rupturista compitiendo en dos candidaturas –Pancho Casal se anunció como legítimo heredero con la marca Marea Galeguista y el diputado en el Congreso Antón Gómez-Reino lideró Galicia en Común que aglutinaba a Podemos, Anova y Esquerda Unida– concluyó con la debacle que comenzó en las municipales de mayo de 2019 con la pérdida de las alcaldías de A Coruña, Santiago y Ferrol. Fue como morir de éxito paulatinamente. De conseguir seis escaños en el Congreso en las generales de 2015 y quedarse en cinco en la repetición electoral del año siguiente, en las últimas sólo consiguieron representación  Yolanda Díaz, actual ministra de Trabajo, y el propio Gómez-Reino, que conservó su acta mientras se presentaba en Galicia. 

Si el ascenso del BNG era esperado, aunque sobrepasar al PSOE se ponía en duda, el varapalo de Galicia en Común resultó una sorpresa mayúscula. En 2016 el partido instrumental había sumado 273.523 votos que le otorgaron los 14 diputados que le permitieron liderar la oposición por contar con más votos que los socialistas. Cuatro años después y tras la pérdida de las alcaldías en plazas tan importantes como A Coruña, Santiago y Ferrol, la formación liderada por Gómez-Reino, próximo a Pablo Iglesias, retrocedió hasta los 51.212 votos que no fueron suficientes para alcanzar el 5% exigido para obtener representación en el Parlamento. 

La sangría fue constante. En la repetición de las generales de noviembre de 2019, ya con En Marea rota en el Parlamento gallego, Galicia en Común sacó 188.231 votos, cifra inferior a los 238.061 de las elecciones de abril de ese año y muy alejada de los 410.698 sufragios que había conseguidos en diciembre de 2015 y que le habían facilitado seis escaños mientras se aventuraba la desaparición de un BNG ahora al alza. 

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