Nadie camina en el Camino

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En O Cebreiro, entrada del Camino Francés a Galicia, sólo  aparece el dueño de un establecimiento preocupado por el futuro

Desde A Coruña, histórico punto de salida de emigrantes, hasta O Cebreiro, tradicional entrada a Galicia de peregrinos que acuden a Santiago por el Camino Francés, hay 162 kilómetros. Durante el trayecto realizado al mediodía de ayer sólo aparecieron por el horizonte del parabrisas en dirección Madrid tres Mercedes, un Seat Ibiza y media docena de camiones. La cuenta indica que el personal de esta tierra es obediente y solidario. Y eso que ni a la salida de A Coruña ni durante el paso por Lugo había control para que se cumpla el encierro decretado con el estado de alarma para frenar la pandemia provocada por el coronavirus COVID-19. Igual ya no hace falta vigilar. 

"En época de crisis el Camino puede servir para el reencuentro con la naturaleza y con uno mismo", dice Xurxo Lobabo

A las 12,30 en Pedrafita sólo se ve a un hombre asomado a la ventana. "Vai tranquilo que o coche non o rouba ninguén!", le grita al periodista que sale a la carrera buscando un rincón escondido para orinar. De estos apuros saben lo suyo los que continúan en la calle para que la población pueda estar confinada en sus casas, sobre todo si la urgencia sorprende en el centro de una ciudad. Resuelto el aprieto, el hombre ha desaparecido de la ventana. Por la calle central de la localidad hay uno cuantos vecinos haciendo cola en el supermercado Chao, pero el plan es subir primero hasta O Cebreiro. 

En un sábado sin pandemia tendría que haber centenares de peregrinos y turistas visitando las pallozas, ejemplo de arquitectura prerromana, o la iglesia de Santa María a Real, una maravilla del arte prerrománico fechada en el siglo IX. Según la leyenda cobija el Santo Grial, aunque recientes estudios sitúan el cáliz utilizado por Cristo en la última cena en la Colegiata de San Isidoro de León. El amplio aparcamiento levantado a las afueras de una aldea que cuenta con una treintena de habitantes y una docena de negocios dedicados al turismo y al Camino de Santiago está vacío.   

"Los abuelos salían a pasear a diario, y cuando les dejen igual no pueden por falta de movimiento", opinan en Pedrafita

La soledad choca con las cifras registradas el año pasado por la Oficina del Peregrino. Hasta Santiago llegaron más de 347.500 peregrinos y muchos de ellos partieron o pasaron por O Cebreiro. Una vez tomadas las fotografías para ilustrar el reportaje y sentir el ahogo del silencio, aparece una furgoneta que se detiene en una callejuela. Un hombre con aspecto de bonhomía parece sorprendido al detectar la presencia de un desconocido. Es el propietario de un establecimiento y aporta su opinión al conocer las razones de la visita: "El futuro está complicado. Se habla de que hasta final de año no se va a poder hacer nada. Va a ser muy difícil, los extranjeros no van a poder venir y los peregrinos que lo hagan, comerán y dormirán igual que antes, pero nuestro gran problema es que no van a llegar autobuses con turistas que es donde se hace el negocio los meses de vacaciones para tirar el resto del año". Los hosteleros son conscientes de que nadie se ha enriquecido con el turismo de bocata y los que se dedican al mantel todavía no saben las condiciones que tendrán que afrontar para abrir sus establecimientos. 


XACOBEO 2021


Antes de la crisis sanitaria, la Xunta se fijaba como objetivo para el Xacobeo del próximo año alcanzar los diez millones de turistas, que supondría la creación de más de 11.000 empleos y un impacto en el PIB del 0,9%. La Consellería de Cultura e Turismo que dirige Román Rodríguez sigue apostando por el Camino y el Xacobeo 2021 como motor para acelerar en la recuperación económica. 

El fotoperiodista Xurxo Lobato lleva desde 1992 atrapando hermosas imágenes del Camino que publicó en 20 libros. Incluso lo fotografió de Roncesvalles a Santiago desde el aire: "Es evidente que la pandemia va a afectar en cuanto a recurso turístico, pero el Camino tiene una ventaja respecto a otros destinos más masificados como Benidorm. Es más fácil mantener la distancia a la hora de caminar, aunque es cierto que quizá haya que reajustar las plazas de los albergues. Y hay otra cuestión muy importante: en un momento de crisis y de modelo de sociedad, el Camino puede servir para el reencuentro con la naturaleza y con uno mismo". 

De vuelta a Pedrafita, un chaval y una señora esperan turno  a la puerta del colmado Chao. La anciana aprovecha para estirar las piernas. "Los abuelos son muy responsables, sólo vienen una vez a la semana a hacer la compra. Salían a pasear a diario y cuando les dejen salir de casa igual no pueden hacerlo por falta de movimiento", comenta la dependienta mientras ofrece un queso fabuloso. En el Camino nadie camina.

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