Las diferencias que existen entre la gestión sanitaria en Galicia y el Norte de Portugal no son un impedimento para la ejecución de proyectos transfronterizos de cooperación asistencial.

Una nueva sanidad a ambos lados de la 'raia'

Un profesional sanitario realiza una prueba a un paciente en una revisión médica. Galicia y Portugal buscan fórmulas de colaboración.
El debate del copago sanitario está superado en Portugal. No discuten el modelo, el problema en el país luso es de cantidades. El cambio de año ha supuesto un subida en las tarifas (tasas moderadoras sanitarias), una medida con la que el Ejecutivo luso pretende recaudar más de cien millones de euros anuales. Aunque las economías domésticas están más maltrechas que nunca al sur de la 'raia', el gobierno justifica estas impopulares medidas con la necesidad de ajustar sus cuentas al memorando de entendimiento con la Unión Europea y el FMI.
La crisis parece justificarlo todo y el blindaje del sistema sanitario difícilmente resiste los ataques de los mercados. Recibir atención médica urgente especializada en Portugal cuesta ahora 20 euros (hasta el 31 de diciembre eran 10), una urgencia básica implica un desembolso de 15 euros (antes era de 8,60), una consulta médica rutinaria 5 euros (2,25 euros hasta este año) y la atención de un enfermero para realizar una cura, que hasta hace un mes era gratuita, cuesta ahora 4 euros. Quedan excluidos los que cobren menos de 540 euros al mes, las embarazadas y los pacientes crónicos. El resto tendrá que abonar estas tasas por adelantado y, en caso contrario, se expone a una multa nunca inferior a 50 euros.

Este incremento en las tasas ha reactivado los controles en los centros de salud gallegos más próximos a la frontera, pero un mes después de la entrada en vigor de las nuevas tarifas de copago portuguesas no se han registrado irregularidades notables. Los colegios médicos de Pontevedra y Ourense ya habían mostrado su tranquilidad cuando el ejecutivo luso anunció la medida y el tiempo les ha dado la razón. 'No hemos apreciado un aumento en la demanda asistencial que se pueda atribuir a la medida aplicada por las autoridades sanitarias portuguesas', explica Luis, médico que trabaja en un municipio fronterizo. 'Los servicios de urgencias de llevan años atendiendo a pacientes portugueses porque en las localidades portuguesas no disponen de esos servicios y los hospitales están demasiado lejos. Es algo que se venía haciendo y no hemos apreciado ningún cambio reseñable en las últimas semanas'.

Las sociedades de Atención Primaria tampoco temen que se dispare la demanda asistencial en las localidades fronterizas y esperan que, en caso de que se produjese, la Administración disponga de los mecanismos necesarios para evitar irregularidades. Los profesionales sanitarios no descartan la posibilidad de que se registren casos aislados en urgencias, pero ven complicado que se generalice la presencia de ciudadanos lusos en las consultas de atención primaria.


LAS 'BANDERAS'

En la memoria está la denominada 'crisis de las banderas', cuando hace un par de años los vecinos del norte de Portugal se echaron a la calle o colgaron de sus balcones la enseña española para protestar tras el cierre del servicio nocturno de urgencias de Valença. No fue una manifestación de antipatriotismo, sino una muestra de agradecimiento hacia los vecinos de Tui por poner sus servicios sanitarios a disposición de quienes se habían quedado desatendidos al sur del Miño. Era también una llamada de atención a las autoridades locales y nacionales para que fuesen conscientes de que, pese a pertenecer a países diferentes, existe una proximidad enorme entre el Sur de Galicia y el Norte de Portugal. 'Estamos obligados a cooperar porque formamos parte de una Europa sin fronteras', proclamaba Rui Solheiro, presidente de la Asociación de Municipios Vale do Minho. El se ha erigido en el portavoz de cinco cámaras municipales fronterizas (Valença, Vila Nova, Paredes de Coura, Monção y Melgaço) en la batalla por conseguir que sus habitantes pudiesen ser atendidos en el hospital Meixoeiro de Vigo en el marco de la cooperación luso-galaica en materia sanitaria. Llevaron el asunto a cuantos despachos les recibieron y encontraron la complicidad de sus colegas gallegos de Unimiño, que representan a 16 concellos del sur de Pontevedra.

Sus argumentos eran convincentes. 'Vigo está a un cuarto de hora de la frontera y, por tanto, más cerca que el hospital de Viana do Castelo. Es una razón de peso para que el hospital vigués fuese el de referencia para los 61.000 habitantes de los municipios asociados en esta batalla por la ampliación del acuerdo de cooperación sanitaria transfronteriza que habían firmado José Luis Rodríguez Zapatero y José Socrates en marzo de 2010.

Dos años más tarde, y después de que la crisis desalojara de sus respectivos despachos a Sócrates y Zapatero, la asistencia sanitaria a cada lado de la frontera es muy diferente. El copago portugués, que ha sufrido una notable subida en las tarifas con el cambio de año, podría convertirse en una fuente de fricciones. Tendrá que pasar el tiempo para comprobar si aumenta la demanda asistencial el centros gallegos y habrá que buscar medidas compensatorias en caso de que se produzcan esos desajustes entre los diversos sistemas de salud.

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