A un metro

Otro martillazo al ladrillo

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photo_camera Dos obreros delante de un colmado en A Coruña .
La construcción ha recuperado la actividad a dos "velocidades" por la prohibición de hacer obras  si se transita por zonas comunes 

Dos obreros detienen la carretilla para hocicar a la entrada de un colmado del centro de A Coruña. El mediodía ha quedado rezagado y se acerca la hora de la comida. "¿Otra vez de bocadillo?", pregunta uno a modo de lamento. "Si prefieres, hoy vamos al supermercado y cogemos algo que tengan preparado para llevar, pero mejor esto que quedarnos en casa sin currar", responde el compañero. Continúan hacia la obra que están realizando a un centenar de metros después de haber aligerado el escombro en un contenedor.

En los bancos de la plazoleta de la calle Panaderas es habitual ver a currantes de la construcción comiendo desde que se decretó el estado de alarma. El colmado, una panadería que sirve café para llevar, un despacho de pizza en porciones, un bajo con máquinas expendedoras las 24 horas y el Mercadona convierten el sitio en un punto estratégico para prescindir de la fiambrera hasta que las casas de comida puedan atender a mesa puesta. 

"Lo que está en marcha continuará, pero puede que muchos proyectos se queden por el camino"

Según el Instituto Galego de Estatística (IGE), el sector de la construcción generó el año pasado en Galicia un valor añadido bruto (VAB) de 4.385 millones de euros. Representa el 6,9% del PIB de 2019 tras comenzar en 2015 a recuperase del retroceso sufrido por la crisis económica de 2008. El estudio indica que el ladrillo empleó el pasado ejercicio a casi 75.400 trabajadores, un 7,4% del total a tiempo completo. El mercado de vivienda usada y las consiguientes reformas han permitido mantener a flote a un sector tocado por la paralización de la vivienda nueva y de grandes proyectos de la Administración por la última crisis económica en la que fue necesario lanzar un flotador a la banca. 

La actual crisis sanitaria por la pandemia provocada por el coronavirus COVID-19 empaña un horizonte que la construcción preveía despejado tras años de incertidumbre. Los dos obreros que se detuvieron a la puerta del mercado siguen en el tajo, pero hay muchos albañiles, electricistas, carpinteros o fontaneros, entre otros oficios vinculados al ramo, que esperan en su casa a que se levante el estado de alarma o a que un nuevo decreto les permita regresar a la faena, como sucedió antes de que se ordenase el cese total de las actividades no esenciales.    

"Me pareció lo más indicado parar porque no te vas a poner a dar martillazos con la gente recluida", explica Javier Cruz

Buscando en la agenda una voz para elaborar el reportaje apareció Javier Cruz, interiorista y propietario de ACASA, "empresa de construcción, reformas rehabilitación y diseño de pisos, casas y chalets llave en mano en A Coruña, Santiago, Ferrol, Oleiros, Arteixo, Sada, Cambre, Culleredo...", según aparece en su página web. A Javier Cruz le gusta "hacer feliz a la gente", según atestiguan los conocidos que se han puesto en sus manos para levantar o reformar el hogar soñado. Se muestra contrariado por la llamada del periodista porque su empresa lleva sin mover un azulejo desde que comenzó el confinamiento, pero la amistad condiciona la reserva. Su opinión tiene buenos cimientos.

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Ganas de volver

"Claro que tengo ganas de volver al tajo, pero está todo tan raro que no sabes qué hacer. Por un lado está el puñetero virus. Si te informas un poco, te das cuenta de que es un tema complejo. Y después está el Gobierno, que no digo que lo esté haciendo ni bien ni mal porque otro también daría palos de ciego con una crisis sanitaria de estas características, pero al principio se podía trabajar, más tarde lo prohibió en las obras con paso por zonas comunes cuando había compañeros que ya preparaban la vuelta". 

Javier Cruz hubiese preferido unas condiciones exigentes de confinamiento desde el principio para volver con toda la fuerza en vez de las dos velocidades o los cambios de criterio que tienen al sector pendiente del BOE incluso la noche de los domingos. Conoce casos en los que acudió la policía a parar la obra por la confusión normativa. 

Él decidió detener las reformas que tenía en marcha por respeto a los vecinos. "Me pareció lo más indicado porque no te vas a poner a dar martillazos cuando todo el mundo está recluido en casa. Ya es bastante duro el confinamiento". Los clientes entienden la situación, al menos por el momento, pero es consciente de cuando se retome la actividad entrarán las prisas. "Creo que esto se va a resentir a medio plazo, lo que está en marcha continuará, pero puede que muchos proyectos se queden por el camino por el cambio de condiciones laborales de algún cliente. Espero que la política reaccione e inyecte dinero para que esto se siga moviendo". Hay muchos hogares en juego.

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