A UN METRO

Perros, padres... el caso es señalar

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photo_camera Niños sentados en un banco de La Marina de A Coruña, de paseo y con un perro. // Suso Arjomil
"Mamá, la gente me mira mal", le soltó una niña de nueve años a la madre antes de pedir a la media hora regresar a casa

Primero la policía de balcón se ocupó de controlar que el personal no aprovechase el viaje hasta el supermercado para darse un garbeo de más mientras dedicaba el otro ojo a contabilizar las salidas de los perros. Con la gracia concedida por el Gobierno a los menores de 14 años para airearse una hora al día desde el domingo, la primera fase del desconfinamiento ya tiene otra diana para apuntar en las redes sociales: los padres. El caso es señalar. 

La serie "A un metro" ha permitido recorrer las provincias de A Coruña, Lugo y Pontevedra para constatar que el personal es más obediente y solidario de lo que un optimista bien informado pudiese pronosticar. No sólo ha estado a la altura de lo que exigió el Gobierno central y desoyó alguna arenga peligrosa de la oposición, sino que en ocasiones ha estado por encima de sus representantes, como cuando se recurrió a las máquinas de coser en casas particulares para combatir la carencia de mascarillas. Las chaladuras de unos cuantos no tienen remedio, tanto si se ha producido una pandemia por el coronavirus COVID-19, como si la vida siguiese discurriendo por lo que entendíamos por normalidad. 

En el inicio de la "nueva normalidad", expresión acuñada por el presidente Sánchez, los niños pudieron pisar la calle por primera vez tras 42 días de confinamiento. Si el mundo sólo se contempla desde la pantalla de un móvil y se toma la repetición de cuatro imágenes en las redes sociales como norma general, resulta inevitable hacerse una opinión sesgada de lo que está sucediendo.

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Niños de paseo en A Coruña // SUSO ARJOMIL

Un padre caminaba al mediodía del domingo con su hijo por la céntrica calle coruñesa Riego de Agua mientras decía por el móvil: "Nos vemos en la esquina y si no hay poli damos un paseo". El chaval respondió: "Papá, yo no quiero dar un paseo". Un poco después, un colega del gremio dio un soplo en la explanada de La Marina: "Si quieres ver niños, en María Pita y en el paseo marítimo es un desfase". Con estas dos pistas, se podría inferir que los padres se había tomado el permiso a chirigota. Pero en la plaza de María Pita sólo había un puñado de chavales empujando el patinete o pasándose la pelota con los padres. En el paseo marítimo sucedía algo parecido y en los arenales del Matadero, Orzán y Riazor no se podían contar a cientos. Alguno aprovechó el momento para darse un chapuzón en el Atlántico con la prisa de la culpabilidad, pero en vez de un reproche atroz y la solicitud de multas, como recibió una foto de ese momento subida por el periodista en las redes sociales para reflejar un instante de liberación para los progenitores, habría que poner en la balanza los 42 días que llevaba aguantando el encierro con los churumbeles. Y muchos de ellos teletrabajando.


Otro tema  difícil de comprender es la decisión de que sólo puedan disfrutar de esa hora de paseo familiar el padre o la madre, aunque es mejor eso que mandar a los cativos al supermercado. Quizá esta norma fuese la que más se incumplió, pero la opinión más extendida es que fue un día de quedada dominical aprovechando el señuelo de los cativos. Hubo dueños de perros que ensalzaron su comportamiento frente a los que recuperaron la calle con los niños, se presupone por el queme de las críticas recibidas los primeros días.   

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Niños con un perro en A Coruña. // SUSO ARJOMIL.

“MALA BABA"

Cristina es abogada, madre de dos niñas de 13 y 9 años, y también tiene perro. La mayor no quiere bajar porque es diabética y sabe que no le conviene pisar un hospital y salir sin los colegas le aburre. La madre cumplió a rajatabla todas las condiciones, pero la pequeña se fue para casa a la media hora diciéndole: "Mamá, la gente me mira mal". "Yo creo que hubo un poco de mala baba por parte de los que no tienen hijos", reflexiona Cristina.

"Creo que las críticas son una excusa para poder fallar los bocas de balcón cuando les permitan salir", reflexiona Paco

 

Paco vive en Santiago y salió para disfrutar con su hijo de nueve años a las cinco de la tarde, hora tranquila. "Fue media hora de patinete y otra media de fútbol. Nos encontramos con un amigo del cole y se saludaron a distancia. Creo que las críticas son una excusa para poder fallar ellos después. La mayoría de la gente es normal, pero siempre hay algún bocas de balcón, el clásico que da la nota en las reuniones de la comunidad". 

"Si estuviesen PP y Vox en el Gobierno, pensaría que nos quieren meter un nuevo fascismo", opina Rubén

 

El hijo de Rubén estaría en un limbo ético porque acaba de cumplir 14 años y ya puede ir a los recados. Rubén se asoma a las redes sociales con preocupación: "Me he encontrado a amigos en grupos de WhatsApp que piden multas para los padres. La gente no es consciente del recorte de libertades, si en el Gobierno estuviesen PP y Vox pensaría que nos quieren meter un nuevo fascismo". Lo advierte una persona leída que simpatiza con las posiciones de izquierdas. A partir del domingo será un todos contra todos. 

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