reportaje

Las aguas minerales a orillas del Támega

fontenova
photo_camera El balneario de Fontenova, en Verín.

Tras el éxito de Sousas y Caldeliñas surgieron en Verín los balnearios de Fontenova y Cabreiroá y en Vilaza el de Requeixo, en el municipio de Monterrei 

Cuando comienza el siglo XX, decir aguas de Verín era sinónimo de Sousas, pues era el único establecimiento que embotellaba aguas de esta localidad para el resto de Galicia. A diferencia de hoy día, el agua de los manantiales declarados de utilidad pública era minero medicinal y por eso se vendía en farmacias y droguerías.

Pero en estverina comarca bañada por el río Támega, el acuífero termal que emerge por los intersticios de la Tierra lo hace en diferentes localizaciones y ya en ese momento eran conocidas otras fuentes. Muy cerca de Sousas estaba la “Fonte do espido”. Como fue la siguiente en ser declarada de utilidad pública, se la conoció como la Fuente Nueva de Verín, o lo que es lo mismo, Fontenova.

Además de planta de embotellado, la única de España que nunca se pasará al plástico y que solo embotellará en cristal retornable, completa sus instalaciones con un pequeño balneario que atiende a sus pacientes, con médico director, desde el 15 de junio al 30 de septiembre. us aguas son bicarbonatadas sódicas, las más mineralizadas de las de bebida de toda Galicia y una de las más mineralizadas de Europa. A la puerta del balneario, cerrado desde 1962, podemos encontrar una fuente  con agua que mana a 17 grados, ese picorcillo característico de un agua con gas natural y un sabor ferroso por las sales de hierro que posee en disolución. Su caudal es de 42 litros por minuto.

Fontenova fue una de las aguas más populares de España en la década de 1960, cuando su propietario era José Ribas Barreras. Aparecía en las revistas en color, en el ABC, en la radio. Y fue la primera agua mineral gallega en estrenarse con un spot en una televisión que todavía era en blanco y negro.

Hace un siglo, a Verín iban agüistas de toda España 

Las aguas de Verín se extienden también hacia el Este, siguiendo la carretera que lleva a Castilla. Allí nos encontraremos con la Fonte do Sapo. Dicen que es la más saludable de todas las de la villa. Y lo cierto es que, lo saludable son los dos kilómetros de paseo que hay desde el centro hasta el parque en el que se encuentra la fuente.

A diferencia de sus vecinas de Fontenova, Sousas y Caldeliñas, las aguas de la Fonte do Sapo tienen un toque ligero de sulfuroso, lo que no las hace de sabor desagradable.  

Y cogiendo la carretera que nos lleva hacia Portugal, a poco menos de dos kilómetros nos encontraremos con el último balneario del Támega en el municipio de Verín. Si nos remontásemos a cien años atrás, podríamos hacer este viaje en un tranvía tirado por mulas. Es lo que entonces se llamaba la tracción a sangre, por diferenciarla de la eléctrica y la de vapor. El tranvía nos dejaría delante de la puerta del balneario de Cabreiroá.

En 1904, José García Barbón compra el manantial y el terreno para levantar un gran balneario al estilo de los que entonces florecen en La Toja y en Mondariz. Las aguas cuentan con una evaluación muy favorable del Charing Cross Hospital, lo que anima al prócer a llevar a cabo una importante inversión: hotel, jardín, pabellón de bebida, factoría de embotellado... incluso un tranvía.Hotel salgado

Un año más tarde, en 1905, se realizan nuevas pruebas químico biológicas. Parte de ellas contará con el aval científico de Santiago Ramón y Cajal, entonces director del instituto Alfonso XIII. En diciembre de 1906, las aguas ya están declaradas de utilidad pública y al frente del negocio se pone el sobrino del prócer verinense, Feliciano Salgueiro García Barbón.

El balneario abre al público por primera vez en la temporada de 1910. Y repetirá su apertura puntual cada temporada hasta 1936. En 1937 es ocupado con fines militares: será primero cuartel y después hospital de retaguardia. Abre de nuevo en 1940 pero España ya no es la misma y poco a poco languidece hasta que en 1961 el hotel cierra las puertas, aunque mantiene abierto al público el pabellón de bebida. 

García Barbón quería que a Verín llegase el tren y tanto él como sus herederos formaron parte de cuantas iniciativas se llevaron a cabo para conseguir un ferrocarril de vía estrecha entre Ourense y Verín y que desde esta localidad entroncase con el que en aquel momento llegaba a Chaves desde las orillas del Douro.

Entre tanto, los herederos de García Barbón, que también elaboraban vino gracias a unos viñedos que tenían en O Rosal, en Oímbra, que actualmente son propiedad de la bodega Ladairo, decidieron poner en marcha el único tranvía que existió en Galicia tirado por animales. Era lo que entonces se llamaba la tracción a sangre.

En la “Guía oficial de Verin Cabreiroálos establecimientos balnearios y aguas minerales de Galicia” de 1927 entre las rutas de acceso al balneario de Cabreiroá, se recomendaba a los viajeros procedentes del sur de España y de Extremadura, que lo hiciesen en tren por Portugal, hasta Régua, en la Linha do Douro, donde entroncaba hasta la década de 1980 la linha do Corgo, que hacía la ruta de los grandes balnearios de Tras-os-Montes: Pedras Salgadas, Vidago y Chaves. y desde Chaves, aun con frontera por medio, la comunicación con Verín resultaba extremadamente fácil. Para los agüistas de Cabreiroá que venían de otras partes de Galicia o del Norte de España, su centro de conexión era Ourense, desde donde salían cómodos automóviles en dirección al balneario.

En esa época, Cabreiroá ofrecía habitaciones de primera, segunda y tercera clase, y menús formados por sopa, cuatro patos, postre de cocina y helados en la comida y sopa, tres platos, dulce de compota y postres variados en la cena. 

Verín era un hervidero de gente en verano, que acudían a los cuatro balnearios abiertos al público. No había ninguna otra ciudad  y mucho menos villa en España n en Portugal con tanta oferta y toda ella concentrada, gracias a las cualidades de sus aguas bicarbonatado sódicas en las afecciones de las vías urinarias, cálculos de riño, cólicos nefríticos y cólicos de vesícula, aunque también incluían otras aplicaciones terapéuticas, los cálculos y piedras del riñón y la vesícula eran males muy comunes.


Pero todavía habría un quinto balneario en el entorno. Requeixo, en la parroquia de Vilaza, en Monterrei


El empresario y político Jacinto Becerra Romero había solicitado la titularidad del manantial en la última década del siglo XIX y gestionó su declaración de utilidad pública, que se resolvió el último año de ese siglo, en 1900. A su muerte, en 1907, sus herededos encomendaron la gestión al banco ourensano Viuda e Hijos de Juan Fuentes Pérez, que emprende las obras de construcción de unas nuevas instalaciones tanto para la planta de embotellado como para el pabellón de bebida y hotel en el que se acogería a los agüistas. Los nuevos gestores le dan la máxima difusión y participan en la exposición que tiene lugar en Madrid, conjuntamente con el IX Congreso Nacional de Hidrología, Climatología y Geología entre el 15 y el 20 de octubre de 1913. Era el equivalente de entonces a la Termatalia de hoy día. Pabellon de Bebida de Cabreiroa

El balneario de Requeixo en Vilaza participa en ese congreso internacional con un stand y publica un especial en el periódico La España Médica en el que se hace un pormenorizado relato de las cualidades de sus aguas minerales, que emergen a 22 grados con gas carbónico natural, y los proyectos de instalar el pequeño hotel que complete su equipamiento balneario. 

En el mismo periódico se retrata el stand del balneario con dos mil botellas de agua que sus propietarios deciden donar al ejército español destinado en África.

Las aguas son bicarbonatadas sódicas y litínicas y el manantial tiene un caudal de 25 litros por minuto, 1.500 litros por hora. Su mineralización es alta, con una alta presencia anhídrido carbónico disuelto. Un agua con gas natural. 

El balneario ofrecía acomodación y comida en habitaciones de primera y segunda clase. Su cierre se produce en 1961. Un año fatídico para muchos balnearios porque fue el de su cierre definitivo: Sousas, Fontenova, Cabreiroá, y fuera de esta comarca, otros como Caldas de Vilariño en A Golada.

Las aguas minerales del Támega no saben de fronteras y al cruzar por Feces a Portugal, siguen emergiendo en Chaves, Vidago y Pedras Salgadas. El esplendor termal que ha vuelto a esos balnearios del otro lado de la raya, está esperando que en Verín, la gran villa del agua mineral de Galicia y en Monterrei, los balnearios que dieron riqueza hace un siglo vuelvan a hacerlo ahora en el siglo XXI, con unas comunicaciones mucho más comodas y rápidas y unos medios terapéuticos más avanzados.

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