Ana Malingre, la memoria de una industria pionera

Primero fue San Pedro de Rocas, luego, la industria de sus ancestros, Ana Malingre indaga en algunos de los pilares de la memoria de Ourense

Historiadora, jefa del servicio de publicaciones y archivo de la Diputación de Ourense, Ana María Malingre Vigo, 19…) se licenció en Arte Antiguo y Medieval en la Universidad de Santiago, hizo un máster de patrimonio histórico y territorio en la Universidad de Vigo y en ésta se doctoró con una tesis en la que realizó un exhaustivo trabajo de investigación sobre la fundición Malingre, fundada por su tatarabuelo Manuel Malingre Parmentier en Ourense a mediados del siglo XIX. Con anterioridad, en 2001 había publicado un libro sobre San Pedro de Rocas “Monasterio de San Pedro de Rocas: pisamos tierra de monjes”.

¿CÓMO EMPEZÓ A INVESTIGAR SOBRE MALINGRE?

Un poco por azar. En 2003 me había quedado en el paro y para no darle vueltas a la cabeza, mientras mis hijos iban al colegio se me ocurrió buscar a todos los Malingre que había en España. Empecé por las guías de teléfonos de todas las provincias de España, buscando personas que llevasen el apellido Malingre. A algunas las llamaba por teléfono, a otras les escribía cartas, empezaba a usar también el correo electrónico… y con los datos que fui obteniendo empecé a confeccionar un primer árbol genealógico. En 2010 abrí un perfil con Manuel Malingre Parmentier en Facebook y ahí empecé a contactar con gente de Asturias, País Vasco… incluso personas que eran descendientes pero que ya no llevaban el apellido. Empecé a tirar de esa información, a visitar archivos, archivos diocesanos, con el fin de llegar lo más lejos posible en mi árbol y de hecho llegué hasta Bélgica en 1666.

¿Y SOBRE SU ACTIVIDAD INDUSTRIAL?

En paralelo, fui al Archivo Histórico Provincial de Ourense para buscar las primeras matrículas industriales que había, para saber en qué año había venido Malingre a Ourense, fui apuntando cosas sin otro objetivo que entretenerme y saber de dónde venía yo. Luego empecé a consultar la colección de La Región en Galiciana, en la Biblioteca Pública, recibía correos electrónicos de personas que tenían piezas hechas en la fundición, datos de descendientes, fotografías… Incluso cuando ya estaba trabajando. Luego hice un máster en patrimonio histórico y dediqué el trabajo de fin de máster a Manuel Malingre Parmentier. Esto era en 2012. 

¿QUÉ LE ANIMÓ A SEGUIR Y HACER LA TESIS DOCTORAL SOBRE LA FUNDICIÓN?

En 2018, Jesús de Juana, que fue mi director de trabajo de fin de máster me dijo ¿Y por qué no sigues investigando y haces la tesis, es un tema interesantísimo para la ciudad, la provincia, Galicia...?”. Al principio era reacia pero animada por mi marido decidí ponerme a ella en 2019 y me pilló la pandemia cuando estaba haciendo el inventario de piezas. Recuerdo que salíamos por toda la provincia buscando piezas para verlas, medirlas, e incluso después amplié el campo de actuación. Me acuerdo de que iba a Vigo, a Burgos y miraba los balcones de los edificios… Me dio mucho trabajo, sobre todo porque llegó un punto que dije. “Tengo que parar”, porque si no seguiría buscando. Ahora, estoy muy contenta, pero fue mucho trabajo.

¿CUÁL FUE SU PRIMER ASCENDIENTE QUE LLEGÓ A ESPAÑA?

Casimiro Malingre llegó a España en 1852, contratado por el general Elorza, como maestro fundidor, para trabajar en la fábrica de armas de Trubia con el principal objetivo de formar obreros en esa materia. Tiene un primer contrato de cuatro años y uno segundo de plazo indeterminado, aunque él fallece en 1857. Su segundo hijo, Manuel Malingre Parmentier, es el que funda la industria en Ourense en 1865. Se cree que vino atraído por el hecho de que se iba a construir el ferrocarril de Ourense a Vigo.

¿HASTA CUÁNDO ESTUVO ACTIVA LA EMPRESA?

Hablamos de 114 años en los que tuvo distintos emplazamientos. Mi tatarabuelo creó la primera fundición en Reza en 1864, luego estuvo en Santo Domingo, en San Lázaro, en Ervedelo… la actividad tuvo continuidad con mi bisabuelo Manuel y su hermano Antonio Malingre Ludeña y siguió hasta que cerró en 1979. Uno de los aspectos interesantes de la llegada de Malingre es que supuso un cambio frente a modelos más tradicionales en el trabajo de fundición, pues él optó por el horno de cubilote, lo que permitía montar la fundición en cualquier lugar, sin necesidad de tener al lado los recursos, ya que utiliza hierro viejo y hierro en lingotes y coque como combustible, que en los primeros momentos llegaban de Inglaterra en barco a Vigo y desde allí a Ourense en carros, hasta que llegó el ferrocarril en 1881.

UNA DE LAS COSAS QUE LLAMA LA ATENCIÓN ES LA AMPLÍSIMA VARIEDAD DE OBJETOS E INCLUSO MÁQUINAS QUE SALIERON BAJO LA MARCA DE MALINGRE.

Así es. Malingre Parmentier comenzó fabricando campanas, tubos para alcantarillado, bombas de agua, pero luego se fue extendiendo el catálogo: encontramos, arados, piezas para jardines, tapas de registro de alcantarillado y otros servicios, bancos para espacios públicos, pies de mesa, jarrones ornamentales, barandillas de balcones, columnas, escaleras de caracol, canalones y cubrecanalones, cubiertas… Su contribución a la construcción fue muy importante, pues además de esos elementos producía otros muchos, unos ornamentales y otros funcionales que al mismo tiempo tenían un carácter ornamental como las puertas y cierres de los primeros ascensores… También se trabajaba para la industria de la época, como sierras… Pero también vemos piezas en cementerios: puertas de mausoleos, verjas de los enterramientos, las primeras placas, anteriores a las lápidas de piedra, crucifijos… esculturas y bustos para distintos artistas, como por ejemplo Asorey. Y también se hizo la placa para el mojón de la frontera con Portugal en Pontedeva. Y en el ámbito eclesiástico, además de campanas, comulgatorios, púlpitos… 

¿Y PARA EL HOGAR? CREO QUE ADEMÁS DE LOS FAMOSOS POTES TUVO UN CATÁLOGO MÁS AMPLIO

En el ámbito doméstico había numerosas piezas. Comenzando por el pote, las cocinas de hierro, pero también otros elementos del menaje, como tarteras, de esas de fundición en las que tan bien salen los guisos. Si sumamos todo que se ha trabajado a lo largo de ese siglo y pico de actividad, yo creo que se acerca al medio centenar el número de piezas de diferentes tipologías, y de muchas de ellas, distintos modelos.

DESPUÉS DE ESTA INVESTIGACIÓN, ¿LE HAN QUEDADO GANAS PARA EMPRENDER OTRA?

Me interesa otro de mis tatarabuelos, Valentín Lamas Carvajal. Tengo esa asignatura pendiente. De hecho empecé a reunir a los Lamas, como antes hice con los Malingre y ahora estoy recopilando las ediciones que tenemos de sus obras para empezar a estudiar. No descarto hacer algo sobre él. Es algo que me toca personalmente y yo creo cuando investigas en temas que te tocan es donde más pones el alma.

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