LA REVISTA

Ciruela, la más gallega de las frutas con hueso

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photo_camera Imagen de ciruelas.

Tal vez fueron los griegos o los fenicios quienes las extendieron por Europa. cuando llegaron a Galicia se aclimataron muy bien. Es la fruta de hueso que mejor se ha acomodado a nuestro clima y suelo.

Aunque la mayoría de las ciruelas que encontraremos en las fruterías son foráneas, solo quien tenga un árbol o un familiar o amigo que lo posea puede disfrutar del intenso y dulcísimo sabor de unas buenas ciruelas. Y el plural no es mayestático, sino lógico, pues hay tantas variedades que no se puede hablar de una sino de muchas ciruelas: las amarillas, son todo agua y una suave y dulce pulpa que viene envuelta en una piel de ligera acidez. Las claudias, verdes, de carne más consistente, extraordinariamente dulces, que suelen llegar unas semanas más tarde que las primeras.

Los mirabeles, que fueron introducidos en Galicia en el primer tercio del siglo XX, aclimatándose de manera extraordinaria en O Rosal y también en O Ribeiro. Se ve que el Miño le sienta bien a esta pequeña ciruela de vida muy corta. En general las amarillas, y los mirabeles son de ese color, son más efímeras que las rojas y moradas. Todas son redondeadas. ¿Todas? En realidad no. Hay una que se caracteriza por su forma oblonga, como una minúscula reproducción de un balón de rugby. Aquí las conocemos como fatones y tienen su origen en las ciruelas damascenas, las de Damasco, tan apreciadas pasificadas, las de Agen, que tienen su mismo origen, las alsacianas de quetsche. Alsacia y Lorena, que hace cien años todavía eran regiones alemanas fueron el origen de dos de las variedades que más se conocen en Galicia: el fatón y el mirabel.


La ciruela española está en su punto a partir del mes de junio. Las gallegas, a partir de julio. Las tenemos hasta finales de agosto, según las variedades que se cultiven y hay decenas de ellas.
A sus propiedades laxantes (o tal vez sea un inconveniente, según el organismo de cada cual) se unen otras cualidades de mucho interés para contribuir a mejorar nuestra dieta.Antioxidantes, ayudan a mejorar el colesterol, resultan ricas en fibra y, son tan dulces que para los más golosos pueden ser un magnífico sustituto de los pasteles en cuya tentación caemos cuando el cuerpo nos pide azúcar.
La ciruela pasa y seca va muy bien en la cocina como ingrediente acompañando carnes como el lomo de cerdo, la caza, el pavo... y por supuesto en postres como el pudding. Si tiene la fortuna de poseer un ciruelo o le regalan una buena cesta y no es capaz de dar cuenta de ellas, la mermelada es una buena alternativa para el excedente. Son tres meses y luego... luego el insípido sabor de las de fuera.

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