LITERALMENTE

Esos conflictos olvidados con Portugal

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photo_camera Olivença.

España y Portugal, la vieja Iberia, la Hispania romana y visigoda, mantienen una buena relación, que ha mejorado  especialmente tras la unión a la UE que acabó con las fronteras y unificó la moneda.

El más famoso es el conflicto por Olivenza (Olivença), una ciudad extremeña que se incorporó a España hace poco más de dos siglos tras la famosa y absurda Guerra de las Naranjas lanzada contra Portugal por Godoy, el valido de Carlos IV, con una invasión que acabó al poco de iniciarse.

Pero no fue en vano: desde los tiempos de la Reconquista había quedado sin aclarar a quién pertenecía una parte del territorio por donde pasa el Guadiana, y mientras los portugueses decían que esa franja era suya, los soberanos de Castilla lo negaban, pasando en varias ocasiones a uno u otro reino. Hasta que llegó  Godoy y se hizo con Olivença, que así pasó a ser Olivenza. Portugal nunca lo aceptó del todo y todavía hoy aparece en su Constitución –aunque no de forma expresa- como un territorio histórico y por tanto irredento, un auténtico Gibraltar.

La prueba es el puente de Ajuda, demolido en el siglo XVIII y que quedó sin reparar porque el país vecino considera que hacerlo equivale a aceptar la soberanía española sobre la ciudad extremeña, donde hoy hay un Instituto Camoens y en cuyos centros públicos se estudia portugués como segunda lengua, tras haberse perdido la “fala”, que hasta finales del siglo XX permanecía en algunos mayores. El asunto está sin resolver y en Portugal no es una broma: existen incluso entidades sociales muy activas dispuestas a impedir que haya la mínima concesión a España. Aunque ambos países firmaron un acuerdo en 1977 reconociendo las fronteras, cada cierto tiempo surgen voces recordando el viejo contencioso.

Mucho más oscuro es el litigio por las Islas Salvajes, un archipiélago ínfimo y deshabitado a medio camino entre Canarias y Azores, aunque más cerca de las islas españolas.  Se trata de apenas unos islotes (el mayor como las Cíes, de un kilómetro de longitud y otro de ancho) descubiertas al parecer por navegantes lusos pero que también pisaron en ocasiones pescadores españoles.

Portugal ocupa cada cierto tiempo las islas para ejercer su soberanía y ha tratado de extender sus aguas económicas exclusivas, a lo que se ha opuesto rotundamente España, entre otros motivos porque invaden las costas canarias. La pugna se lleva con civilización entre dos países amigos pero sigue viva y mientras tanto el territorio se considera en disputa. Pese a todo, ha habido incidentes, como cuando pesqueros de Canarias ocuparon las Salvajes y pusieron una bandera española o por la pasada a vuelo bajo de aviones militares españoles, con las correspondientes protestas lusas. Ahora es una especie de reserva ecológica y Portugal insiste en zanjar el debate, evitando así que transiten por la zona barcos hispanos.

El conflicto diplomático sobre la propiedad del pequeño territorio marino lo ganó en teoría Portugal, pero España no lo reconoce porque fue planteado ante los tribunales internacionales en 1938, por lo que nadie pudo defender las tesis españolas. Ese año, había dos estados españoles enfrascados entre ellos en la Guerra Civil, lo que impedía enviar delegados a dirimir asuntos de territorialidad más allá de las fronteras propias.

Curiosamente, en cuanto a islas hay ciertas discrepancias en la desembocadura del Miño sobre los lindes de ambos países, aunque el asunto no pasa de anécdota…
 

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