Ejercicio físico y sistema inmunológico

Existen diferentes factores que van a tener una clara influencia sobre nuestras defensas. Por un lado, contamos con factores endógenos: resistencia genética, edad o la asimilación individual del estrés. Y por otro lado, tenemos los factores exógenos: la presión del entorno, nutrición, cargas sociales, esfuerzos psíquicos y físicos. 

¿Cómo afecta la práctica de actividad física sobre nuestro sistema inmunológico?

Un entrenamiento debidamente programado, supone un aumento en ciertos parámetros del sistema inmunológico (interleucinas) en individuos entrenados (Shephard, 1994). Debemos tener en cuenta que, por contra, un entrenamiento excesivo acompañado de una mala recuperación (mala nutrición y descanso), va a tener consecuencias adversas, tanto sobre la producción de interleucinas y la respuesta del sistema inmune a las citoquinas. 

En relación con la práctica de ejercicio moderado y su efecto sobre el sistema inmune, se ha demostrado que caminar a paso ligero diariamente durante un periodo de 15 días, en comparación con la inactividad, redujo el número de infecciones y enfermedades, aunque no se observaron cambios sobre el sistema inmunológico. En el estudio llevado a cabo por Rowbottom y Green (2000), estos concluyen que durante e inmediatamente después del ejercicio, el número total de glóbulos blancos de la sangre aumenta, de tal manera que la proporción de leucocitos se ve afectada. B. Klarlund Pedersen y L. Hoffman-Goetz (2000) afirman que el ejercicio tiene importantes efectos moduladores sobre la dinámica de inmunocitos y, posiblemente, sobre la función inmunológica. Estos efectos están mediados por diversos factores, entre ellos la liberación inducida por el ejercicio de las citoquinas proinflamatorias, las hormonas del estrés clásicos y efectos hemodinámicos que conducen a la redistribución de la célula. La suplementación con carbohidratos ha sido asociada con mayores niveles plasmáticos de glucosa, una disminución del cortisol y una estimulación de la hormona del crecimiento, un menor número de perturbaciones en el recuento de células sanguíneas inmunitarias, una reducción de granulocitos y monocitos, y una disminución de citoquinas pro-y anti-inflamatoria.  Dico esto, aunque es necesaria mayor investigación al respecto, podemos hacernos una idea de los potenciales beneficios que tiene el ejercicio físico sobre nuestro sistema inmune.

Ten en cuenta que...

Los efectos del ejercicio sobre el número, las funciones y las características de las células del sistema inmune (innato) son complejos y además influyen diversos factores, tales como: las funciones/ características de las células que se analizan, la intensidad, la duración y la frecuencia de ejercicio, el momento de la medición en relación con la sesión de ejercicio, entre otros. Por lo tanto, concluyen que son necesarios más estudios para determinar las consecuencias de los cambios inducidos por el ejercicio en el sistema inmune.

Te puede interesar