Cine

"El ascenso de Skywalker"

El gran hándicap de este episodio final de la saga galáctica es su miedo a molestar

Cuando Disney acudió a J.J. Abrams para que salvara el final de los finales, el colofón -al menos en lo que al linaje Skywalker se refiere- de la saga que inició George Lucas hace más de 40 años, sabía perfectamente lo que quería. Y él, que se hizo un poco el remolón, también sabía perfectamente a lo que venía.

Así que, tal y como era de esperar desde el momento en el que la Casa del Ratón prescindió de Colin Trevorrow, al que mantiene, sorprendentemente, en los créditos del guión, Abrams vuelve a su saga más querida -por la que en su día dejó plantados al Enterprise y Spock- y retoma los mandos del Halcón Milenario para convertir el episodio final de Star Wars en un festival ‘fan service’ tan disfrutable como previsible.

El director, que hace pocos días explicó sin sonrojarse por qué ‘El Despertar de la Fuerza’, inicio de esta nueva trilogía, debía parecerse a ‘Una nueva esperanza’, arranque de la saga, reconduce la franquicia hacia su senda más continuista, soslayando e incluso corrigiendo algunos de los puntos más polémicos del anterior episodio, la cada vez más apreciable “Los últimos jedi”.

La socialización o democratización de la Fuerza que propuso Johnson, y que tan vehemente debate generó, pierde deliberadamente eso, fuerza, convertida en puntual presentimiento de un personaje -que, por cierto, viene coqueteando con ella desde el minuto uno de esta nueva trilogía- o en simultáneo y multitudinario remordimiento. En otros casos, la “corrección” del guión elaborado por Abrams y Chris Terrio (‘Liga de la justicia’, ‘Batman v Superman’) va más allá y es directamente radical al abordar aspectos tan capitales como, por ejemplo, el origen de Rey. Abrams ejecuta esta enmienda casi a la totalidad de ‘Los últimos jedi’ con un indiscutible y rotundo sentido del espectáculo.

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